de un sermón por Darrel Lee
Poco tiempo después de haberme convertido en Cristiano, yo estaba haciendo algunos trabajos de pintura en nuestra iglesia en Dallas, Oregon, Estados Unidos. Todos los días que entraba en la iglesia, había un par de botas en la puerta de atrás. Después de la tercera o la cuarta vez que noté estas botas, pensé que eso era bastante extraño. Me preguntaba por qué ese par de botas se encontraba siempre allí alrededor de la hora del mediodía.
Algún tiempo más tarde supe que esas botas pertenecían a un hombre llamado Pete DeBusk. Durante su receso para almorzar, él acudía a la iglesia, se quitaba sus polvorientas botas a fin de que no dejaran huellas, y luego se iba a alguna parte en un rincón de atrás y oraba. Pete tenía hijos que no eran salvos y los estaba llevando delante del Señor. Él hacía esto día tras día.
La Biblia nos anima a orar persistentemente. Leemos en Santiago 5:17-18: “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto”. Observen esa frase: “otra vez oró”. ¡Me gusta la idea de que podemos orar otra vez!
Las respuestas a nuestras oraciones no siempre llegan inmediatamente. Ese hecho es puesto de relieve a través de varios ejemplos en el capítulo 5 de Santiago: el granjero, los profetas, el patriarca Job y los enfermos y afligidos.
Podemos leer en el versículo 7 que “el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia”. Algún tiempo atrás, un amigo me envió algunas semillas de tomate. Le dije que las sembraría y que le haría saber en setenta días cómo habían salido las cosas. Así las sembré ese mismo día. Iba todos los días y miraba. Al comienzo no había nada, pero ahora hay una planta pequeña y he estado revisando su progreso. El hecho de que fui ayer no evitará que yo regrese hoy. He trabajado para granjeros y sé que ellos regresan una y otra vez, mirando sus cultivos.
Todos los días, si tenemos un corazón que está mirando en espera del regreso de Jesucristo, nosotros esperamos el hecho de que el Señor podría venir ese día. Si Él no viene, nosotros lo esperamos de nuevo al día siguiente. Si pensamos en un evento que está por llegar, el pensamiento puede pasar por nuestras mentes: “Si el Señor se demora …” Él no ha venido todavía pero miramos de nuevo con fe hacia el día en que Él regresará a la tierra.
Los profetas divulgaron fielmente la Palabra de Dios una y otra vez. Ellos fueron perseguidos, pero Dios les dio un mensaje para proclamar y ellos lo proclamaron. Sin importar si los individuos respondían o ignoraban el mensaje, ellos volverían a salir el día siguiente y lo divulgarían otra vez.
Leemos acerca de Job y el hecho de que él hacía continuamente ofrendas en nombre de sus hijos. Él era el sacerdote de la familia y él tomaba muy en serio la responsabilidad como líder espiritual de la casa. En cierta época durante el año, Job los reunía a todos. Él solía hacer ofrendas en nombre de cada uno de sus hijos. Está escrito: “De esta manera hacía todos los días” (Job 1:5), de modo que él lo hacía una vez y luego lo volvía a hacer una y otra vez. Era un patrón que él había establecido en toda su vida.
A los enfermos y a los afligidos se les ofrece la fórmula para beneficiarse de lo que se provee a través de la Sangre de Jesús. Cuando nos encontramos enfermos, se nos dice que hagamos un llamado a los ancianos de la iglesia y que debemos pedirles que nos unjan con aceite en el Nombre del Señor. Cuando hacemos así, tenemos la promesa de que “la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará”. Ustedes saben lo que ocurre cuando están enfermos. Ellos oran para ustedes y ustedes oran para ustedes mismos. Si ustedes no se mejoran inmediatamente, ustedes oran de nuevo. Nosotros no dejamos de orar sólo porque ya hemos orado una vez. Nosotros oramos de nuevo.
Santiago dice que Elías era un hombre “sujeto a pasiones semejantes a las nuestras”. En otras palabras, él tenía días en que estaba animado y días, quizás, cuando él estaba menos que animado. Sin embargo, él entendió el valor de volver a orar.
Dios reveló a Elías que habría un castigo enviado sobre la nación de Israel porque ella le desobedeció a Él. Se nos dice que Elías oró para que no lloviera, y no llovió. Le fue dado el valor para pararse delante del malvado rey Acab y decirle: “Vive Jehová Dios de Israel, en cuyo presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra” (1 Reyes 17:1). Dios respondió su oración y no hubo lluvia.
Santiago 5:17 se refiere a un punto tres años y medio más tarde cuando llegó el tiempo para que Dios volviera a enviar lluvia sobre la tierra. Elías iba a acercarse a Acab y dar a conocer que Dios iba a hacerlo. Así oró de nuevo y Dios respondió esta oración y envió la lluvia.
Sin embargo, la oración de Elías para que lloviera no fue el único momento durante aquellos tres años y medio en que él oró.
Después que Elías declaró a Acab que no llovería, sin duda alguna él oró en relación con su próximo paso, por cuanto el Señor le reveló que era necesario que él huyera. Le dijo al profeta: “escóndete en el arroyo de Querit, que está frente al Jordán” (1 Reyes 17:3). Dios le hizo saber a Elías que Él había ordenado a los cuervos que lo alimentaran. Elías fue y levantó campamento en aquél arroyo.
Sin embargo, después de cierto tiempo se secó el arroyo. Elías era un hombre de oración, así que sabía qué hacer. Oró de nuevo y Dios le reveló que era tiempo de abandonar el arroyo e ir a la ciudad de Sarepta, en donde le había ordenado a una viuda que le diera sustento.
¡Vale la pena orar! Si ustedes necesitan una dirección en la vida, intenten orar. Incluso cuando ustedes sienten que no necesitan una dirección, ustedes la necesitan, así que oren de todos modos. Dios los guiará paso a paso. Él no quizás desplegará todo el plan delante de ustedes, pero Él ciertamente los guiará en cuanto ustedes necesiten ser guiados si solamente oran, y luego oran de nuevo.
Llegó el día en que a Elías le fue dicho: “Vé, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra” (1 Reyes 18:1). Elías obedeció. Fue y propuso una competencia al rey. Le dijo: “Nos vamos a reunir en el monte Carmelo y veremos quien es el Dios verdadero. Si Baal es Dios, vayan y sírvanle a él. Pero si el Dios del Cielo es Dios, entonces ¡sírvanle a Él!” Así ellos se reunieron allá en el monte Carmelo. Los profetas de Baal construyeron un altar y ellos clamaron todo el día a su dios a fin de que respondiera con fuego. Sin embargo, ellos estaban orando al dios equivocado y no recibieron respuestas. Baal probó lo que él era, y eso era nada.
Entonces Elías arregló el altar de Jehová. Colocó la ofrenda allí, echó doce cántaros de agua sobre ella y luego hizo una oración simple. Esa única oración hizo que bajara el fuego de Dios. ¡El fuego consumió el holocausto e incluso el polvo y el agua que fue echada encima! Era claro que el Dios de Elías era ciertamente el Dios verdadero.
Luego Elías subió a la montaña a orar, puesto que tenía la promesa de la lluvia pero todavía no había recibido la respuesta. Envió a su sirviente para que fuera a mirar sobre el Mar Mediterráneo en busca de alguna señal. El sirviente regresó y dijo: “Allí no hay nada”. Elías oró de nuevo y envió a su sirviente nuevamente. Y de nuevo, hasta siete veces.
Elías siguió orando hasta que el sirviente regresó la séptima vez y dijo: “Yo veo una nube como la mano de un hombre”. ¡Eso era! Elías sabía que Dios había respondido. En unos pocos momentos las nubes oscurecieron el cielo y la lluvia comenzó a descender, y todo esto ocurrió porque Elías había orado, y luego oró de nuevo.
Pete DeBusk siguió ese mismo patrón.
Yo viví en Dallas durante diecisiete años, desde poco tiempo después de haber recibido la salvación en 1974 hasta 1992. Muchas cosas cambian en diecisiete años. Nuestro país pasó por cinco presidentes durante ese tiempo. La Unión Soviética pasó de ser una súper-potencia hasta llegar a colapsar. El promedio Industrial Dow Jones ascendió desde justo por debajo de 600 hasta cerca de 3500. La sociedad cambió igualmente durante las décadas de 1970, 1980 y 1990. Pero dos cosas no cambiaron. Dios no cambió; Él todavía responde la oración. Y Pete DeBusk siguió orando.
Mientras yo vivía en Dallas, yo vi que algunas de aquellas oraciones fueron respondidas. Estuve allí la noche en que el hijo de Pete, Tim, oró para obtener la salvación. Estuve allí unos cuantos años más tarde cuando la hija de Pete, Sharon, se arrodilló y oró, y Dios la salvó. ¿Dónde suponen ustedes que se encontraba Pete cada lunes siguiente? Allí estaban sus botas de nuevo, fuera de la puerta de la iglesia. Pete todavía estaba orando.
Yo estuve allí en 1992, cuando Theresa DeBusk estuvo en una reunión. Yo tuve el privilegio de estar allí cuando ella oró por salvación y tocó el Cielo, y Dios salvó su alma. Una vez más, Pete estaba de regreso en la iglesia, sobre sus rodillas ante Dios el lunes.
Hoy, ustedes pueden tener una carga sobre sus corazones por la que han orado en los tiempos pasados. ¡No se desanimen! Oren de nuevo, porque Dios escucha. Dios responderá sus oraciones. Dios salvará a aquellos que vienen ante Él con un corazón arrepentido. Dios santificará a aquellos que fueron convertidos. Él bautizará con el Espíritu Santo y fuego a aquellos que fueron salvados y santificados. Dios todavía sana los cuerpos enfermos. Dios anima a los desanimados. Él da esperanza al solitario.
¡Dios sí responde la oración! Se nos dice a través de Santiago que “la oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16). No se detengan después de haber orado una vez. ¡Oren de nuevo!
Darrel Lee es el Superintendente General de la organización de la Fe Apostólica y el pastor de la iglesia sede en Portland, Oregon, Estados Unidos.