VERSÍCULO PARA MEMORIZAR: Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones. — Daniel 6:22
Daniel miró al soldado sellar la ley para que todos la leyeran. Luego caminó pensativamente. Su fiel sirviente corrió tras él. Agarró a Daniel por el brazo y le susurró, “Oh, mi señor ¿qué hará? Usted siempre ora tres veces al día, pero la nueva ley ahora lo prohíbe”. Lágrimas corrían por las mejillas del viejo sirviente. “Usted debe dejar de orar por treinta días. De seguro su Dios entenderá”.
“No puedo dejar de orar”, replicó Daniel. “El Dios que amo y sirvo significa más para mí que cualquier ley escrita por el hombre. Haré como siempre he hecho. Dios puede protegerme”.
Daniel fue a su habitación y abrió la ventana que daba hacia la ciudad de Jerusalén y comenzó a orar. Él hacía esto cada mañana, cada mediodía y cada noche.
Habían algunos hombres en el reino a quienes Daniel no les agradaba. Ellos estaban celosos porque él era una ayudante importante para el rey. Y estos enemigos estaban observando para ver si Daniel oraría. Ellos sabían que él oraba en esa ventana cada día. Ellos habían sido quienes le pidieron al rey que escribiera esta nueva ley. Era el único modo en que podían atrapar a Daniel haciendo algo en contra de la orden del rey.
Tan pronto como vieron que Daniel había quebrantado la orden del rey, ellos se apresuraron ante el rey. “Daniel ha quebrantado su ley”, ellos le dijeron. “Le vimos orando a su Dios. Debe ser castigado”.
El rey se sintió mal. Él amaba a Daniel y no quería lastimarlo. Pero la ley no podía ser revocada. Él tenía que castigar a Daniel, tal y como la ley lo había dicho. Así que los guardias del rey lanzaron a Daniel al foso de los leones, porque ese era el castigo que el rey había ordenado.
Todos los leones miraban a Daniel. Ellos caminaban en torno a él. Pero ¡ninguno de ellos trataron de comerse a Daniel! ¡Dios había hecho un milagro! ¡El ángel de Dios les había cerrado la boca a los leones! Alabanzas fluían del corazón de Daniel. “Oh Dios, Tú me has librado una vez más. ¡Cuánto Te agradezco!”
En la mañana el rey se levantó muy temprano y se dirigió al foso de los leones. “Daniel”, llamó con voz triste, “¿pudo tu Dios librarte?” Cuán feliz estuvo al oir la voz de Daniel desde el foso, “Oh, rey vive para siempre. Dios cerró las bocas de los leones y no me han lastimado”.
Con gozo el rey mandó a sus hombres que sacaran a Daniel del foso. Luego dictó una nueva ley diciendo que todas las personas de su reino debían honrar y temer al Dios de Daniel. Sabía que el Dios que había librado a Daniel del poder de los leones era el Dios verdadero y viviente.
Lea la historia de Daniel con su familia y discuta cómo Daniel obedecía a Dios y hacía lo que sabía que era correcto. Luego cuéntele a su hijo las historias siguientes y hagale las siguientes preguntas.
A Laurita le gustaba jugar en el área frente a la casa. Su madre le dijo que nunca debía cruzar la calle. Un día una amiga de Laurita le dijo, “Cruza la calle, Laurita, y ven aquí. A tu madre no le importará”.
¿Le importará a la madre de Laurita? ¿Qué debe hacer Laurita? ¿Qué harías tú?
Todos los chicos y chicas de la escuela dominical estaban haciendo ruido. La maestra les pidió estar tranquilos, pero sólo Juan obedeció.
¿Estuvo bien por los chicos y chicas hacer ruido? ¿Debía Juan haber obedecido a su maestra? ¿Qué harías tú?
Versículos para ayudar a su hijo a comprender esta lección Bíblica. DOMINGO: Daniel 6:22 | LUNES: Salmo 140:6 | MARTES: Salmo 55:17 | MIÉRCOLES: Salmo 18:6 | JUEVES: Salmo 34:15 | VIERNES: Proverbios 15:29 | SÁBADO: Miqueas 7:7
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