VERSÍCULO PARA MEMORIZAR: Contentos con lo que tenéis ahora. — Hebreos 13:5
Era un soleado sábado en la tarde. Rut estaba aburrida.
“Vamos al zoológico”, ella les sugirió a sus dos hermanos menores. “Podemos preguntarle a mamá si ella irá allá con nosotros”.
Era divertido vivir cerca del parque grande y al zoológico. Sólo se tardaba diez minutos caminar desde casa hasta allí. Pronto, Rut, Bernardo, y Esteban llegaron al zoológico. Cada uno corrió a mirar a su animal favorito. A Esteban le gustaba la nutria. Rut disfrutaba mirando a las pequeñitas marmotas entrando y saliendo de su red de túneles. Podían desaparecer tan rápido y luego de repente aparecer al otro lado de la pequeña pila de tierra.
“¡Mira hacia allá!”, exclamó Bernardo. Él estaba parado enfrente de la jaula de Memo. Memo era el animal favorito de Bernardo, un terco y viejo chimpancé que siempre estaba gruñón.
Los tres niños miraban mientras el vigilante del zoológico alimentaba al viejo animal y al otro chimpancé que compartía la jaula. Él puso la comida en el piso de la grande jaula. Memo actuaba como que estaba temeroso de que el otro chimpancé conseguiría parte de la comida. Memo agarraba tanta como podía tan pronto como podía. Llenó su boca con una manzana, abrazó dos plátanos debajo de un brazo y un racimo de zanahorias debajo del otro brazo. Luego corrió hacia la comida del otro chimpancé y agarró un pedazo de pan con una mano. Justamente cuando iba a recoger un racimo de uvas con la otra mano, vio un pedazo de lechuga que el otro chimpancé estaba agarrando. El codicioso animal arrebató la lechuga, pegándola sobre el frente de su cabeza. Luego él recogió las uvas y corrió a su jaula, empezando a comer aun mientras corría.
¡Cuánto se rieron los niños!
“Míralo”, dijo Rut. “Él es tan egoísta, no puede aun disfrutar comiendo porque su boca está tan llena. Sencillamente quería tenerlo todo, ¡aun la comida que pertenecía al otro chimpancé allí!”
En ese mismo momento mamá fue a donde los niños estaban. Ellos señalaron al viejo Memo sentado solo en el rincón, buscando a ver si había alguna comida que él podía agarrar.
“Mira cuán infeliz Memo está”, dijo Rut. “Ese es un buen ejemplo de codicia. Él sólo quería las cosas para sí solo”.
“Eso es correcto”, dijo mamá. “Y si aún crees que necesitas tener algo que no es tuyo para ser feliz, sólo recuérdese del viejo Memo. Jesús nos enseña que debemos estar contentos con lo que tenemos. ¡Aprendamos una lección del codicioso y viejo chimpancé!”
En esta lección, aprenderemos que la Palabra de Dios muy claramente nos instruye que no debamos codiciar o tomar lo que no nos pertenece.
Para reforzar este pensamiento en la mente de su hijo, invente un personaje imaginario llamado “Sam el ladrón” que viene a visitar a su familia de vez en cuando. (Invente otro nombre si en su familia hay un Sam de verdad.) Dele las características, tales como el color del pelo, edad, etc. Uno de sus característicos, y su defecto más notable, es que él desea las cosas que les pertenecen a otros, y algunas veces los toma. Con la ayuda de sus hijos y esposo(a), invente historias acerca de Sam el ladrón. Estas historias pueden llegar a ser parte normal en tiempo de viaje, momentos con la familia, y al dormir. Manténgalos corto—un incidente por historia—pero hágalas lo más vivido posible.
Al final de cada historia, discuta: ¿Por qué él desea lo que le pertenece a otro? ¿Por qué roba? ¿Qué sucede cuando él roba? ¿Qué podría haber sucedido si él no hubiese robado? ¿Cómo puede Sam ser ayudado?
Versículos para ayudar a su hijo a comprender esta lección Bíblica. DOMINGO: Hebreos 13:5 | LUNES: Lucas 12:15 | MARTES: Efesios 4:28 | MIÉRCOLES: Proverbios 15:16 | JUEVES: Levítico 19:11 | VIERNES: Filipenses 4:11 | SÁBADO: Lucas 12:28