VERSÍCULO PARA MEMORIZAR: Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. — Juan 15:14
¡El general Naamán apenas podía creer lo que estaba escuchando! ¿Había escuchado bien al sirviente? ¡Seguramente no podía ser cierto que el siervo de Dios, Eliseo, hubiera enviado este mensaje! El sirviente le había dicho que él debía ir y lavarse siete veces en el Río Jordán.
¿Qué bien haría bañarse en algún río? ¿Cómo podía curar su piel con agua? Naamán se había bañado mu-chas veces en su casa en el país de Siria. Esa agua no había cambiado la forma en que lucía su piel, ni un poquito.
La pequeña sirvienta que vivía en su casa le había contado a su esposa sobre el profeta, Eliseo, quién vivía en Samaria. Naamán había presupuesto que Eliseo saldría de su casa y colocaría sus manos sobre él y oraría con énfasis a su Dios para quitarle la enfermedad. Pero en vez de eso, ¡sólo un sirviente salió de la casa! Y el sirviente le dijo que tenía que hacer esta cosa tan extraña, de ir y lavarse siete veces en el Río Jordán.
Naamán hubiera preferido irse a bañar a los ríos de su país. Habían dos ríos hermosos y limpios cerca de su casa. Y él había visto al Río Jordán en su paso por Samaria para encontrar a Eliseo. El agua estaba sucia, con lodo a lo largo de las riberas e insectos flotando en éste. ¿Quién desearía bañarse en eso?
Tal vez todo este viaje era una pérdida de tiempo. Quizá él nunca se curaría de su enfermedad. Se volteó enojadamente para irse a casa.
Entonces su propio sirviente le habló. “Amo, si el hombre de Dios le hubiera dicho que hiciera alguna gran cosa, entonces usted la habría hecho. Ésta es sólo una cosa sencilla. ¿No debería hacer usted lo que él le dijo?”
Naamán se detuvo. Pensó en lo que su sirviente dijo. Luego tomó una decisión. ¡Lo haría! Obedecería las palabras extrañas de Eliseo. Se lavaría siete ve-ces en el agua sucio del Río Jordán.
Fue hasta la ribera. Entrando al agua, sintió el lodo bajo sus pies. Siguió avanzando en el río hasta que el río le llegó a su cintura. Se zambulló debajo del agua. Se zambulló una y otra vez hasta que, finalmente, se zambulló por séptima vez.
Su corazón palpitaba fuerte mientras salía del agua. ¿Estaría su piel curada? Cuando se quitó el agua de sus ojos, lo primero que vio fue su mano. Los puntos blancos de la enfermedad ¡desaparecieron! ¡Su piel estaba perfecta, tal como la de un niño pequeño! “¡Alabado sea Dios!”, gritó, gozo se oía en cada palabra. “¡La enfermedad se fue!”
Nuestra lección se trata de Naamán el leproso y cómo se curó cuando él obedeció las instrucciones del profeta de Dios y se zambulló siete veces en el enlodado Río Jordán. Por medio de esta lección, queremos hacer énfasis en que las órdenes de Dios deben ser obedecidas, aun cuando no son comprendidas.
Durante su tiempo juntos esta semana, revisa la historia con su hijo y luego permítale que haga un río y una figura de Naamán para dramatizar la escena en el río. Para el río, doble una hoja de papel de color azul de tal manera que la parte que doble esté unas centímetros debajo de la parte superior del papel. Ayúdele a su niño a cortar olas a lo largo del borde que se dobla hacía arriba.
Una figura de Naamán puede ser trazada de un libro de historias de la Biblia o la figura puede ser cortada de una revista. Refuerza la figura con papel fuerte. Su hijo puede contar la historia y “zambullir” a Naamán bajo el agua ensartando la figura entre los dos lados del papel azul doblado.
Versículos para ayudar a su hijo a comprender esta lección Bíblica. DOMINGO: Juan 15:14 | LUNES: Proverbios 3:5 | MARTES: Isaías 26:4 | MIÉRCOLES: Salmo 25:10 | JUEVES: Santiago 1:22 | VIERNES: Proverbios 19:16 | SÁBADO: 1 Juan 2:3