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Capítulo Diez – El Reino Milenario

Currículo
Respuesta para Estudiantes
114
TEXTO: Apocalipsis 20:1-10; Isaías 35:1-10

FINALMENTE la batalla sangrienta se terminó. Mientras Gabriel estaba sentado sobre su caballo blanco, vio un ángel viniendo del Cielo, tomando en mano una llave y una cadena grande. Gabriel miró mientras el ángel ató a Satanás con la cadena. ¡Por fin el ejército horrible quedo sin poder y el ángel lo arrojó al abismo!
“AHHHHHHHHHHhhhhhhhhh . . . el bramido de Satanás fue desvaneciendo mientras iba cayendo . . . y cayendo . . . y cayendo. . .
Ese viejo Satanás estará rodando y cayendo por mil años, Gabriel pensó, mientras él miraba al ángel cuidadosamente sellar el abismo.
Así empezaron los mil años de paz. La maldición había sido removida y todo lo que era bueno quedó y floreció. El Señor mismo reinaba.
“Vamos a ver al Rey. Ven con nosotros a Jerusalén.” Era la voz del padre de Gabriel.
“Sí,” dijo Gabriel mientras que él gozosamente se unía a sus padres. “O, piensa en todas las cosas maravillosas que oiremos del Rey Jesús.”
“Donde quiera existe tal tranquilidad. ¿Has visto alguna vez el campo tan hermoso?” Comentó la madre de Gabriel. “Mira las montañas, que verdes. No existe ninguna mala hierba. ¡Y mira los árboles! Que brillantes son las hojas, y los frutos lucen tan deliciosos. Ten, Apruébalo. ¡Escucha! Hasta los árboles parecen estar cantando alabanzas a Dios.”
Justo en ese momento se encontraron con un amigo que antes había sido paralítico. “Sr. Brillo. ¡Qué maravilloso es verlo caminar! Gritó Gabriel.
“¡Ya no más silla de ruedas para mí!” Dijo el Sr. Brillo gozosamente. “Es una bendición andar por la tierra y ver todos los cambios aquí. Les digo que vi corderitos jugar con leones en el campo. ¿Feroces? ¡Jamás! Los leones son tan mansos. Y los niños juegan con los leopardos juntamente con las cabras. Verlos a todos llevarse tan bien es simplemente maravilloso. Que milagro ha llevado a cabo Jesús. Yo le alabo. Yo iré pronto a Jerusalén a adorarle.

VERSO CLAVE:
Se alegrarán el desierto y la soledad;  el yermo se gozará y florecerá como la rosa. — Isaías 35:1

“Hasta luego. Ahora vamos a Jerusalén,” respondió el padre de Gabriel. Con eso sus cuerpos glorificados estaban en su destinación con facilidad.
Que bendición fue ver al Rey en Su Trono. El corazón de Gabriel se lleno de gozo y alegría.
Cuando se iban, el padre de Gabriel comentó: “Es un gran privilegio que El Rey nos dio el gobierno sobre nuestra comunidad. Con Satanás nosotros tendríamos paz sin prosperidad.”
“No mas enfermedades y penas,” la madre de Gabriel, dijo. “Todo es tan maravilloso.”
Rodaron los años de contentamiento mientras Gabriel gozaba de la perfección día-a-día. Casi se cumplían los mil años y nada parecía envejecer. Gabriel nunca tuvo un accidente de cualquier tipo. Nunca estaban presentes el dolor ni el daño.
De repente algo extraño llenó la tierra. ¡Satanás había sido soltado! Gabriel reconoció el sentimiento como había sido hace mil años.
Se formaron ejércitos en las lomas y a los lados del campo, y crecieron en número. Satanás salió a engañar a todos los que él pudo. Pero Gabriel pronto estaba en medio de los hijos de Dios en Jerusalén.
Mientras Gabriel se unía al ejército del Rey, la batalla final estaba comenzando. ¡El ejército de Satanás rodeaba totalmente a Jerusalén! Inmediatamente, “Dios hizo descender fuego del cielo,” devorando el ejército de Satanás. “Y el diablo que los engañaba fue lanzado al lago de fuego y azufre . . . y será atormentado día y noche para siempre jamás.”

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Mil Años de Paz