VERSO CLAVE:
Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. — Malaquías 3:10
El Señor no necesita nada de lo que el hombre haya acumulado. Él posee los millares de animales de los collados (Salmo 50:10), el oro y la plata (Hageo 2:8), la tierra y todo lo que hay en ella (Salmo 24:1). Sin embargo, Él espera que seamos buenos administradores de lo que Él permite que adquiramos. Desde los tiempos de Abraham, Dios ha bendecido a los que han dado sus diezmos y ofrendas al Señor. Los diezmos y algunas ofrendas fueron exigidos bajo la Ley de Moisés en el Antiguo Testamento. Diezmar no es tratado en el Nuevo Testamento, pero fue aprobado por Jesús. En un punto, mientras Él hacía una advertencia a los escribas y fariseos, los llamó hipócritas. Ellos daban el diezmo, pero eran negligentes en cuanto a asuntos más importantes como la justicia, misericordia, y fidelidad. Si el plan de diezmar fuera a eliminarse, Jesús no les habría hecho la observación de que hacer estas cosas era vital, tanto como diezmar. Lea Mateo 23:23.