VERSÍCULO PARA MEMORIZAR: Más bienaventurado es dar que recibir. — Hechos 20:35
Hubo una vez un hombre quien era muy rico. Él poseía muchas casas y muchos terrenos. Sus campos eran amplios y verdes. Sus árboles frutales estaban cargados de fruta. Sus higos eran los más grandes. Sus vides tenían la mayoría de las uvas. En fi n, todo lo que él sembraba crecía maravillosamente bien.
Después de un período de tiempo era la ocasión para la cosecha. ¿Qué podría hacer el hombre rico con todas sus cosechas? Él tenía más comida de lo que él podía comer. Tenía más dinero de lo que él podía gastar en toda su vida. Él construyó graneros para almacenar toda la comida y tesoros que él poseía. Pero pronto sus graneros estaban tan llenos que ya no podían caber más. ¿Qué él haría ahora? Él decidió derribar los graneros y construir graneros más grandes.
Pero nunca pensó acerca de compartir con alguien. La mayoría de la gente que vivía cerca tenía menos de lo que él tenía. Algunos eran mendigos, ciegos o lisiados. No tenían hogares. Habrían sido felices de tener un poco de pan o algunos higos de vez en cuando. Pero el hombre rico era muy egoísta para pensar en regalar algo. Él quería mantener todo para él mismo.
El hombre rico estaba complacido mientras contemplaba lo que él poseía. Se dijo a sí mismo, “He hecho muy bien. Tengo lo suficiente para durarme muchos años. No necesito trabajar más. Sencillamente me sentaré y me relajaré. Puedo comer y beber, y pasarlo bien el resto de mi vida”.
Eso no era muy sabio, ¿verdad? Él no se detuvo para pensar que Dios había enviado el sol y la lluvia para sus siembras. Nunca lo dio gracias a Dios por la fuerza para trabajar en sus campos. Solamente pensaba en sí mismo y en sus riquezas.
Pero Dios sabía lo que el hombre rico estaba pensando. Dios dijo, “Tú has sido necio. Esta noche vas a morir. Entonces ¿quien conseguiría todas estas riquezas?”
De modo que el hombre rico nunca pudo disfrutar de sus riquezas porque no había amado y obedecido a Dios. Había pasado su vida siendo avaro y egoísta.
Esta historia en la Biblia es una advertencia a nosotros. Dios no desea que permitamos que el dinero llegue a ser muy importante. No debemos lo olvidarnos u olvidarnos de ayudar a otros. El Cielo es más importante que las cosas que tenemos en este mundo. Algún día todo aquel que ama y obedece a Dios recibirá tesoros allá arriba. ¿Deseas tesoros en el Cielo?
El enfoque de esta lección es la importancia de compartir. Aprendiendo a expresar amor por los otros por compartir es una necesidad en la vida del niño primario, aunque a menudo es un concepto difícil de perfeccionar.
El relato de la Biblia escogido para ilustrar este punto es la historia del hombre rico que pensaba sólo en sí mismo. Como un proyecto para esta lección, dele a su hijo un poco de “Dinero de Amor”. Use dinero viejo de tableros de juego, o sea creativo y diseñe sus propias papeletas del Banco Nacional de Dinero de Amor.
Dele a su hijo veinte dólares del dinero de Amor, todos en papeletas de a uno. La tarea para esta semana es el compartir con amigos y miembros de la familia. Cada vez que él comparte, le es permitido presentar el recipiente con un Dólar de Amor. Al final de la semana, si él ha distribuido todos sus dólares, recompénselo con un pequeño premio o una sorpresa especial.
Versículos para ayudar a su hijo a comprender esta lección Bíblica. DOMINGO: Hechos 20:35 | LUNES: Lucas 6:38 | MARTES: 2 Corintios 9:7 | MIÉRCOLES: 1 Corintios 10:24 | JUEVES: 1 Corintios 13:4-5 | VIERNES: Filipenses 2:4 | SÁBADO: Romanos 15:1