VERSÍCULO PARA MEMORIZAR: E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. — Mateo 25:46
“¿Por qué Dios querría enviar a alguien al Infierno?”, preguntó Jaime a su maestra de la escuela dominical.
“Oh, Jaime”, respondió rápidamente, “Dios no quiere enviar a nadie al Infierno. Él quiere que todos estén con Él en el Cielo. Pero no puede haber ningún pecado en el Cielo. Si alguien quiere ir al Cielo no debe tener ningún pecado en su corazón. Y Jesús brió el camino a las personas para que tengan el corazón limpio para que puedan estar listos para ir al Cielo”.
“Recuerdo la lección de Semana Santa”, dijo Jaime. “Jesús murió para que cuando alguien se arrepienta de sus pecados y le pida a Jesús que lo perdone, esté listo para ir al Cielo. Pero, maestra, ¿qué pasaría si alguien muere y después se arrepiente? ¿Le ayudaría Jesús?”
“Hay una historia en la Biblia sobre ese tema. Jesús se la contó a algunos hombres que no lo amaban. La historia es así:
“Había una vez un hombre muy rico que llevaba la ropa más fina. Comía la mejor comida y vivía en una bellísima mansión. Tenía muchos amigos que le ayudaban a disfrutar de su riqueza pero él no amaba a Dios.
“Había otro hombre cuyo nombre era Lázaro. Era un mendigo pobre que se sentaba fuera de la puerta de la casa del hombre rico. Lázaro era tan pobre que muchas veces le hubiera gustado solamente tener las migajas que caían de la mesa del hombre rico. Parecía que Lázaro no tenía amigos en la tierra, pero amaba a Dios.
“Un día Lázaro murió e inmediatamente estaba en el Cielo. ¡Qué contento estaba por estar allí! No se sentiría nunca más enfermo ni pobre. Podía compartir todas las riquezas y las buenas cosas que estaban en el Cielo. Se olvidó de su vida triste en la tierra—no le importó más. ¡Fue seguro con Jesús para siempre!”
“¿Qué pasó con el hombre rico que no amaba a Dios?”, le preguntó Jaime. “¿Qué pasó con él?”
“El hombre rico también murió. Qué triste para él cuando se encontró en el Infierno. Era horrible. Se quemaba en las llamas y tenía mucha sed. Pero no había agua en el Infierno. ¡Oh, cómo le gustaría que le hubiera pedido a Dios que lo preparara para ir al Cielo! Ahora estaba arrepentido pero era demasiado tarde. Tenía que haber tomado la decisión correcta antes de morir. Vivió una vida egoísta mientras estuvo en la tierra. Si sólo hubiera amado a Dios.
“Como ves Jaime, tenemos que decidir ahora a dónde queremos ir cuando morimos. Con Jesús en nuestros corazones podemos saber que pasaremos la eternidad con Él en el Cielo”.
Los niños de edad primaria a menudo se interesan en el dinero. Mientras aprenden los aspectos del ahorro y el gasto, esta lección es una oportunidad perfecta para ilustrar que la acumulación de gran riqueza no es necesariamente la clave de la felicidad.
Nuestra historia compara la existencia en la tierra de un hombre rico con la de un mendigo, Lázaro. Mientras el hombre rico tenía suficiente dinero en la tierra para comprar cualquier cosa que quisiera, su hijo debe entender que esto no le trajo la felicidad en la eternidad.
Mientras habla sobre este tema, deje que su hijo haga dibujos con lápices de colores sobre monedas. Coloque las monedas en una superficie plana y ponga una hoja de papel blanco sobre estas. El frotar el lápiz de color sobre la moneda se producirá su imagen en el papel. Deje que su hijo recorte las monedas. Después pregúntele cuánto valen. Cuando le responda que no tienen ningún valor porque sólo son de papel, ayúdelo a darse cuenta de que aún el dinero real no tendrá ningún valor en la eternidad.
Versículos para ayudar a su hijo a comprender esta lección Bíblica. DOMINGO: Mateo 25:46 | LUNES: Daniel 12:2 | MARTES: Romanos 6:23 | MIÉRCOLES: Juan 17:3 | JUEVES: Apocalipsis 21:8 | VIERNES: Juan 3:36 | SÁBADO: 1 Timoteo 6:19