VERSÍCULO PARA MEMORIZAR: En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. — Juan 1:4
Oh, qué día triste era. Justamente había regresado del mercado en el pueblo donde vivimos. Mi madre estaba llorando en el portal de nuestra casa. Pregunté qué estaba pasando. Ella me dijo que el hijo de nuestra vecina había acabado de morir. Lo que la hacía tan triste era que él era su único hijo. Su esposo estaba muerto y ahora ella estaría sola.
Mientras la gente iba escuchando la noticia ese día, hubo mucha tristeza en nuestro pueblecito. Era dura de entender por qué Dios permitió que tal cosa sucediera. ¿No le importaba la viuda? ¿Le importan algunas personas? ¿Le importo yo?
Le pregunté a mi madre qué pensaba ella. Ella me dijo, “Esto es algo triste que ha sucedido, María. Pero nunca debemos olvidar que Dios siempre es bueno. A Dios le importa mucho la viuda y de nosotros”.
La mayoría de la gente de nuestro pueblo iba con la viuda a enterrar a su hijo. Todos estaban tristes y llorando mientras caminaban.
De nuevo pensé acerca de lo que mi madre me había dicho. Pero aún yo no estaba segura de que a Dios realmente le importaba yo. Mientras caminaba con la multitud hacia la puerta de la ciudad, oraba que Dios me ayudara a confiar en Él.
Justamente mientras cruzábamos las puertas, una multitud de gente nos encontró. Allí estaba un Hombre al frente que parecían seguir. Mientras Él se acercaba, yo podía ver que Él sentía pena por la viuda. ¡Qué mirada de amor Él tenía en Su rostro! ¿Quién era ese Hombre?
Él se acercó a la viuda y dijo, “No llores”. Yo quería saber cómo Él podía esperar que ella dejara de llorar en un día como éste.
Entonces Él tocó el féretro y dijo, “Joven, a ti te digo, levántate”. Y el hijo de nuestra vecina que estaba muerto, ¡se levantó! Él empezó a hablarle a la gente alrededor de él. Todos estábamos tan sorprendidos que casi no sabíamos qué hacer.
La tristeza de la viuda se convirtió en gozo. Todos sus amigos también estaban contentos. Ahora, todos estaban sonriendo y riendose. Yo deseaba saber quien era este Hombre que pudo hacer tal milagro. Descubrí que Su nombre era Jesús. Él era el Salvador que había sido prometido. ¡Dios había visitado nuestro pueblo!
En los días que siguieron fui a escuchar a Jesús enseñar. Él nos dijo muchas cosas maravillosas acerca de la vida aquí y la vida después de la muerte. Mientras le escuchaba hablar, supe que yo le importo a Dios realmente. No sólo Jesús podía volver al muerto a la vida, pero también Él vino a darnos vida nueva. Él nos dijo que por medio de Él podemos nacer de nuevo. Decidí entonces entregar mi vida a Jesús y servirle para siempre. ¡Estoy contenta que lo hice!
Uno de los aspectos magníficos de Cristo es que por Él tenemos vida—tanto física como espiritual. Nuestra lección recalca que ya que Él creó la vida, también puede restaurar la vida.
Esta realidad es hermosamente ilustrada en el relato de Jesús resucitando el hijo de la viuda de entre los muertos. Mientras estudia esta lección con su hijo, él debe poder visualizar cómo el dolor de la mujer fue cambiado a gozo cuando este milagro sucedió.
Permita que su hijo haga un Libro de Vida usando dibujos o cuadros recortados de revistas. Ayúdelo a seleccionar cuadros representando cosas vivas creadas por Dios. Estas pueden ser recortadas y pegadas en hojas de papel. Entonces haga hoyos en cada hoja y enlace el libro con hilo de color brillante.
Versículos para ayudar a su hijo a comprender esta lección Bíblica. DOMINGO: Juan 1:4 | LUNES: Mateo 9:18, 25 | MARTES: Juan 11:43-44 | MIÉRCOLES: Juan 11:25 | JUEVES: Juan 14:6 | VIERNES: Hechos 9:40 | SÁBADO: Mateo 11:5
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