VERSÍCULO PARA MEMORIZAR: Levántate, toma tu lecho y anda. — Marcos 2:9
Jesús iba a venir a nuestra ciudad de Capernaum otra vez. Yo había estado escuchando de las grandes cosas que Él había hecho. Las personas que habían estado enfermas por mucho tiempo se sanaban por Jesús. Él predicaba un mensaje maravilloso a todos que encontró. Yo realmente quería verlo.
Cuando escuché en cuál casa Jesús estaba visitando, fui inmediatamente. Estaba a sólo unas cuantas casas de mi propia casa así que no tuve que caminar lejos. Mientras me acercaba a la última esquina vi una gran multitud. La puerta de esa casa estaba llena de personas, y muchos estaban parados en la calle. Me acerqué tanto como pude para así escuchar lo que Jesús estaba diciendo.
De repente escuché un movimiento de conmoción que ocurría en un lado de la casa. Fui a ver lo que estaba pasando. Allí vi cuatro hombres subiendo por la escalera de afuera. Ellos cargaban otro hombre quien estaba en una camilla. Quisiera saber por qué él no podía caminar. Supe más tarde que tenía una enfermedad llamada parálisis. Estaba yo curioso por ver qué los hombres harían con él, así que seguí detrás de ellos. Cuando llegaron al techo cuidadosamente recostaron al hombre enfermo a un lado. Entonces ¡empezaron a quitar una parte del techo! Cuando terminaron habían hecho un gran hoyo. Recogieron a su amigo enfermo y cuidadosamente lo entraron ¡por el hoyo!
Tan rápido como pude miré hacia la habitación abajo. ¡Ahí estaba el hombre llamado Jesús! El hombre enfermo estaba acostado sobre la camilla a los pies de Jesús.
Jesús miró a los cuatro amigos del hombre enfermo. Entonces miró al hombre enfermo y dijo, “Hijo, tus pecados te son perdonados”.
Pensé que fue maravilloso. Pero vi que había unos hombres quienes tenían el ceño fruncido. Yo quería saber qué estaban pensando. Escuché a Jesús decirles, “¿Por qué se preocupan por lo que dije a este hombre? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Quiero que sepáis que el Hijo de Dios tiene potestad para perdonar pecados”. Entonces Jesús se volteó al hombre enfermo con parálisis. Le dijo, “Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa”.
Al instante ¡el hombre se levantó! ¡Estaba sano! ¡Recogió la camilla en la que había estado acostado y salió de la casa! ¡Sus amigos estaban muy entusiasmados! Los vi bajar la escalera para encontrarse con él.
Todas las personas a mi alrededor estaban asombradas. Los escuché alabando a Dios. Yo estaba muy feliz de haber venido a ver a Jesús. Todo lo que había escuchado sobre Él ¡era verdad! Él es maravilloso. Él realmente es el Hijo de Dios.
Esta lección es sobre cómo Jesús sanó a un hombre paralítico. Lea la historia junto con su hijo, y entonces pregúntele cómo piensa que se sintió el hombre después que Jesús lo sanó. ¿Cómo se sintieron los amigos de este hombre y de las personas que presenciaron este milagro?
Provea a su hijo con materiales de dibujo y anímelo a ilustrar la historia. Dígale que lo dibuje para su maestro de escuela dominical para el domingo siguiente.
Versículos para ayudar a su hijo a comprender esta lección Bíblica. DOMINGO: Marcos 2:9 | LUNES: Mateo 8:3 | MARTES: Mateo 12:13 | MIÉRCOLES: Mateo 17:18 | JUEVES: Marcos 1:31 | VIERNES: Marcos 10:52 | SÁBADO: Lucas 13:13