VERSÍCULO PARA MEMORIZAR: Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará. — Salmo 37:5
Moisés había sido un gran líder del pueblo de Dios. Pero cuando Moisés murió Josué se convirtió en el nuevo líder. Dios había escogido a Josué y le había prometido siempre estar con él.
Dios le dijo a Josué que él debía dirigir al pueblo a la tierra de Canaán. Ésta fue la tierra que Dios les había prometido a Su pueblo muchos años antes. Ahora era tiempo de que ellos fueran y que vivieran en esa tierra. Jericó fue la primera ciudad a la que llegaron en la tierra de Canaán. ¡Tenía que ser conquistada!
Jericó fue una ciudad fuerte que estaba rodeada de muros altos. ¿Cómo iba a tomar Josué esa ciudad? Él estaba contento de que no tenía que ponerse a inventar la manera de hacer esto. Josué confió en que Dios le ayudaría. Dios le dio a Josué un plan. El plan sonó muy extraño. No fue un plan que tú o yo hubiéramos ideado.
Esto fue lo que Dios le dijo a Josué que hiciera. Josué debió instruirle al pueblo de Israel que caminaran silenciosamente alrededor de Jericó por seis días. El único sonido que sería escuchado cada día sería el sonido de siete bocinas. Las bocinas serían tocadas por siete sacerdotes. En el séptimo día marcharían alrededor de la ciudad siete veces. Y a la séptima vez todo el pueblo comenzaría a gritar cuando escuchara el sonido de las bocinas.
Josué no discutió con Dios. Él no dijo: “Esto no es racional. ¡Yo puedo pensar en un mejor plan!”
No, él no dijo nada de eso porque él confió en Dios. Y el pueblo de Israel deseaba hacer lo que Josué les dijera. Ellos no entendieron el plan de Dios pero sabían que si Dios les había dicho que hicieran algo entonces Él les ayudaría a hacerlo.
Me pregunto ¿qué habrán pensado los habitantes de Jericó el primer día que observaron al pueblo de Israel marchar alrededor de su ciudad? Probablemente se preguntaban qué iba a suceder. Sin duda se preocuparon más con cada día que pasaba.
Día tras día el pueblo de Israel marchó alrededor de Jericó. Luego en el séptimo día, la gente de Jericó otra vez oyó el sonido de las siete bocinas. Pero el pueblo de Israel marchó silenciosamente alrededor de la ciudad. Una vez. Dos veces. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Luego en la séptima vez cuando los sacerdotes tocaron sus bocinas, Josué le ordenó al pueblo que ¡gritara! Él dijo: “¡El Señor les ha dado la ciudad!”
En ese momento, aparecieron grietas gigantes en eses muros enormes. Luego, con un ruido poderoso, ¡los muros se cayeron al suelo!
Josué y el pueblo de Israel conquistaron la ciudad de Jericó. Dios fue capaz de ayudarles a ganar la batalla porque Josué confiaba en Dios e hizo exacta-mente lo que Dios le había dicho que hiciera.
En esta lección hay otro acontecimiento dramático en la historia Bíblica: la caída de los muros de Jericó. Su hijo aprenderá en la clase que gracias a que Josué confió y obedeció a Dios, él pudo obtener la victoria en esa manera espectacular.
Cuando hable de esto con su hijo, explíquele que cuando confiamos y obedecemos a Dios, obtendremos la victoria sobre los problemas que se nos presentarán. Pídale a su hijo que haga una lista de algunos de los problemas que él enfrenta hoy en día. Anote cada uno en un pedacito de papel, y pegue el papelito con cinta adhesiva sobre un bloque (u otra cosa que se puede apilar). Cuando tenga varios bloques con problemas pegados a ellos, permita que su hijo construya un “muro” con los bloques. Demuestre lo fácil que es derrumbar el muro. Así mismo, nuestros problemas no son muy grandes o difíciles para Dios. Si confiamos y le obedecemos entonces Él nos ayudará a vencer y tendremos la victoria.
Versículos para ayudar a su hijo a comprender esta lección Bíblica. DOMINGO: Salmo 37:5 | LUNES: Salmo 5:11 | MARTES: Salmo 27:1 | MIÉRCOLES: Isaías 57:13 | JUEVES: Deuteronomio 20:1 | VIERNES: Josué 1:9 | SÁBADO: Isaías 41:10
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