VERSÍCULO PARA MEMORIZAR: Lleguemos ante su presencia con alabanza; aclamémosle con cánticos. — Salmo 95:2
Ese sería otro triste día para los diez hombres. Nada por lo cual estar ansiosos, ningún lugar adonde ir. Todos sus familiares y amigos viven dentro del pueblo. Los diez hombres estaban muy solitarios y extrañaban a la gente que amaban.
Estos diez hombres tenían una enfermedad muy mala llamada lepra. Cualquier persona que tuviera lepra no podía vivir dentro de las ciudades o los pueblos. Tenían que vivir aparte para que otras personas no llegaran a enfermarse con lepra. Las personas que vivían en la ciudad debían mantenerse alejados de ellos e irse por otro camino cuando los vieran venir. Esto hacía a los diez hombres estar muy tristes.
Un día estaban parados juntos y vieron a Jesús entrando al pueblo de ellos. Habían escuchado de Jesús y lo que Él había hecho por otras personas que estaban enfermas. Querían que Él hiciera lo mismo por ellos. ¿Les sanaría Él? ¿Deberían pedírselo? Eso merecía un intento.
Todos llamaron, “Jesús, ten misericordia de nosotros. Jesús, ten misericordia de nosotros”. Ellos querían que Jesús les escuchara. Ellos querían que Jesús los sanara.
Jesús los vio y escuchó sus súplicas. Los llamó y les dijo que fueran y se mostraran ellos mismos a los sacerdotes. Los sacerdotes eran los que les podían decir que la enfermedad se había ido y que ellos podían regresar a sus familiares.
Ellos apresuraron a ir donde estaban los sacerdotes tan rápido como pudieron. Mientras iban, uno de los hombres miró su piel y apenas podía creer lo que vio. ¡La lepra se había ido! Todos miraron su piel. ¡Estaban sanos! Estaban tan felices. Ahora ellos podrían vivir con sus familiares.
Nueve de los hombres corrieron al pueblo. ¡Querían decírselo a todo el mundo! Pero uno de los hombres estaba tan agradecido que corrió de vuelta hacia Jesús. Cayó a los pies de Jesús y dijo, “Gracias, Jesús”. Jesús estaba tan feliz de que el hombre se devolviera para agradecerle a Él. Le preguntó dónde estaban los otros nueve hombres. Jesús estaba triste porque ellos no le dieron las gracias.
El hombre que le dio las gracias a Jesús estaba más feliz. Jesús le dio a él la bendición más maravillosa de todas—Él quitó los pecados de su co-razón. Oh, estaba tan feliz de haber regresado a darle las gracias a Jesús.
¿Sabes tú que Jesús quiere que nosotros le demos las gracias a Él también? Cuándo tenemos una necesidad y le pedimos a Jesús que nos ayude, Él siempre está allí. A Él le gusta que le demos las gracias cuando Él nos ayuda. Cuando oramos, Jesús quiere que le demos gracias a Él por todas las bendiciones que Él nos da.
Esta historia bíblica es un ejemplo específico de un hombre que fue agradecido. Un leproso, de diez que fueron sanados, se devolvió a agradecerle al Señor. Su niño aprenderá que ese leproso recibió una bendición especial de Dios porque él estaba realmente agradecido y expresó su gratitud.
Tomen un momento cada día para hacer una lista de cosas por los cuales su hijo puede agradecerle a Dios. Podría hacer esto a la hora de las comidas, después de la escuela, antes de irse a dormir, o en otro momento que crea conveniente. Cada vez que hablen, escriba cosas nuevas en pedacitos de papel y colóquenlas en un recipiente. Cuando el recipiente se llene, recuérdele a su hijo que tenemos mucho que agradecer y para Dios es importante que apreciamos las cosas buenas que hace por nosotros. Ore con su hijo, agradeciendo a Dios por todas las cosas que están en el recipiente.
Versículos para ayudar a su hijo a comprender esta lección Bíblica. DOMINGO: Salmo 95:2 | LUNES: Salmo 147:3 | MARTES: Hechos 2:47 | MIÉRCOLES: 1 Tesalonicenses 5:18 | JUEVES: 2 Corintios 2:14 | VIERNES: Salmo 67:3 | SÁBADO: Salmo 29:2