VERSÍCULO PARA MEMORIZAR: ¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! — Salmo 92:5
Hasta su octavo cumpleaños Teodoro había vivido en una ciudad grande. Qué diferentes eran las vistas y sonidos alrededor de la granja comparado con el ruido a que estaba acostumbrado. Era muy quieto y tranquilo aquí.
Cuando su familia se mudó al campo, Teodoro había estado seguro de que ¡estaría aburrido siempre! Había echado de menos a los vecinos. Él había extrañado aun poder correr a la tienda de la esquina a gastar su dinero. Pero ahora, Teodoro no pensaba que sería aburrido nunca más. ¡Había mucho que explorar y disfrutar aquí en el campo!
Era temprano en el día y Teodoro estaba sentado en los escalones donde oyó a Simba ladrar. Reía mientras el perro de color dorado movía su nariz cuando corría a encontrarse con él. Había estado muy encantado cuando su papá llevó el nuevo perrillo a la casa. Ellos no habían podido tener mascotas en su apartamento en la ciudad.
“¡Vamos, Simba!”, dijo Teodoro, levantándose de los escalones de la entrada. “Vamos a mirar el jardín. Papá dice que mis calabazas están casi de cosechar”.
Teodoro y Simba corrieron por el césped verde, cruzaron el granero y bajaron por la colina hacia el lugar que su papá había apartado para su jardín. Parecía ayer que había sembrado esas pequeñas semillas. Ahora ¡debía de haber cerca de treinta calabazas! Sus formas redondas anaranjadas estaban esparcidas en los enredos en gruesas enredaderas.
“Se ven muy buenas, Simba”, él dijo. “Creo que las personas comprarán todas las que voy a vender en mi puesto de verduras.
Luego Teodoro vio a su papá que salía del establo. Había terminado de ordeñar las vacas. Teodoro y Simba subieron la colina corriendo para reunirse con él.
“Oye, Papá, ¿podrás bajar al riachuelo conmigo hoy?”, preguntó. “Dijiste que debemos ir antes de que se terminen todas las truchas”.
Su padre rió. “Creo que hoy sería apropiado. Iremos después del almuerzo. ¿Crees que habrás terminado tus tareas para entonces?”, preguntó.
“Claro que sí. Vamos Simba, pongámonos a trabajar”, Teodoro gritó mientras corrió hacia la casa. Aun con las tareas que tenía que hacer, a él le gustaba el campo.
Esa tarde, Teodoro y su papá regresaron del riachuelo con pescados. “Papá, me encanta nuestra casa nueva en el campo. Fue divertido ayudarte a plantar nuestro jardín y verlo crecer. ¡La pesca es increíble! Y el poder tener una mascota es maravilloso”, dijo Teodoro mientras se arrodillaba a darle un abrazo a Simba.
“Estoy muy agradecido que Dios haya hecho un mundo tan hermoso”.
Una conciencia del hermoso mundo que Dios ha creado es algo que se debe desarrollar en cada niño. Mientras estudiamos cómo Dios creó las plantas y los animales, es un buen momento para hablar sobre cuán agradecidos debemos estar por estas cosas que nos ha provisto.
Lleve a su hijo a dar un paseo a ver la naturaleza alrededor de su propio barrio. Cuente el número de animales, pájaros e insectos que ustedes vean. (Él podría disfrutar llevar la cuenta mientras caminan.) También anote todas las clases diferentes de árboles y plantas.
Permítale a recoger dos o tres hojas para hacer impresiones cuando llegue a la casa. Para hacer las impresiones de las hojas, doble un trozo de papel blanco por la mitad. Ubique la hoja boca abajo dentro del papel doblado. Pele un crayón y páselo por su lado sobre el papel, dejando la impresión de la hoja.
Versículos para ayudar a su hijo a comprender esta lección Bíblica. DOMINGO: Salmo 92:5 | LUNES: Salmo 68:19 | MARTES: Salmo 104:24 | MIÉRCOLES: Hebreos 6:7 | JUEVES: Génesis 8:22 | VIERNES: Génesis 9:3 | SÁBADO: Deuteronomio 8:10
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