¿HAS TENIDO EL DESEO de observar algo emocionante en alguna ocasión sin ser notado? ¿Has tenido alguna vez el deseo de ir hacía atrás en el tiempo por sólo algunos minutos u horas para ver cómo algo sucedió? Vamos a imaginar que podemos ver a Dios crear al primer hombre.
Vamos hacia atrás . . . muy atrás cuando el mundo era nuevo. Estamos a sólo cinco días de la creación de aquel lado, hay un venado comiendo la hierba más verde jamás vista. El pelaje del venado se ve muy suave y sedoso. No muy lejos del venado se encuentra un conejo, saltando muy descuidado como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo. Estamos parados debajo de un árbol, y flores de todos los colores florecen a nuestro alrededor.
Nuestra atención es captada por alguien quien está inclinado sobre la tierra. Es el gran Creador. ¡Es Dios! Pero, ¿qué estará haciendo? Sabemos que cuando Él quiso crear algo nuevo, Él sólo dijo la palabra y fue hecho. ¿Por qué ahora se inclina hacia la tierra? Parece ser que hace algo con la tierra.
VERSO CLAVE: Somos especiales para Dios.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.— Génesis 1:27
Acerquémonos un poco más. Ahora podemos ver mejor. Él está trabajando con la tierra. No, está trabajando con la tierra, haciendo una figura. Hacemos un esfuerzo para ver mejor. Sí, la figura se parece al mismo que Dios. Observaste que rápido, al toque de Su mano la figura toma apariencia de persona. Ahora, Él da un paso hacía atrás para observar mejor. No podemos resistir a acercarnos más. Vemos a un hombre perfecto. Pero está tan quieto, ninguna parte de su cuerpo se mueve. Parece una estatua recostada en la tierra. Esperamos con anticipación para ver que va a suceder.
Dios se inclina sobre el cuerpo y sopla en él, el aliento de vida. El hombre comienza a respirar, mueve un brazo, se sienta y se ríe, mientras pone sus manos en las manos de Dios. Se levantan y se van caminando.
¡Que emocionante! ¡Imagínate, Dios sólo tomó polvo e hizo al hombre! Estamos tan interesados en lo que está sucediendo que todavía no pensamos en irnos.
Dios llama al hombre Adán. Dios dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo, de modo que trajo a todos los animales a Adán, y Adán les dio nombres. Pero Dios quería alguien especial para Adán, alguien con quien pudiera disfrutar la creación de Dios.
Mientras observamos, Dios hace que Adán se recueste, y en poco tiempo vemos que un sueño profundo cae sobre él. Dios se inclina sobre Adán, al igual que cuando lo creó. Facinados en lo ocurrido de nuevo nos acercamos. ¡Dios ha abierto el costado de Adán y ha sacado una costilla! Cuidadosamente cierra el costado de Adán. Pero, ¿qué haría con esa costilla?
Miramos de cerca mientras Dios forma una mujer con esa costilla. No podemos decir como sucede . . . es como si el toque de Dios lo hiciera sin ningún esfuerzo. Vemos una mujer hermosa.
Pero mira, Adán se mueve. ¡Se está despertando! ¿Qué pensará de esta nueva creación? De nuevo esperamos con anticipación para ver que sucede. Adán abre los ojos y la ve. Se levanta rápidamente y grita con alegría Él dice: “Ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.”
Nuestro tiempo se nos termina, y sabemos que no podemos mirar más. Debemos volver al presente. Pero siempre recordaremos cómo Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza. Él sopló aliento de vida en el hombre y le dio un alma viviente que jamás moriría.
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Uno Entre Muchos