¡RIN! ¡RIN! El sonido final de la campana sonó por los pasillos de la escuela. Las puertas se abrieron y hubo una gran conmoción mientras los niños se apresuraban para ser los primeros en la fila de la cafetería para comer su almuerzo.
Gloria caminó lentamente, manteniéndose cerca de la pared y tratando de quedarse fuera del paso de la multitud. Era el primer día de escuela, una nueva escuela, y ella ¡estaba asustada! Ella finalmente llegó a la cafetería y halló un lugar vacío en una de las mesas. Ella abrió su bolsa de papel y sacó su almuerzo, desenvolvió su sándwich e inclinó su cabeza para dar gracias. Cuando levantó la vista, vio a varios ojos mirándola fijamente. Una de las chicas le preguntó: “¿Qué estas haciendo? ¿Tiene tu almuerzo un bicho o algo así?”
“Yo sólo estaba orando.” Gloria replicó nerviosamente.
“¿Orando? ¿Para qué estás orando?” Ella quería saber.
“Le estaba dando las gracia a Dios por mi almuerzo.” Gloria contestó.
Eso levantó varias preguntas que Gloria trató de responder mientras ella comía su sándwich. Las chicas, especialmente una llamada Carolina, querían saber todo sobre orar. Esto nunca le había sucedido y a Gloria se le hizo difícil responder todas esas preguntas. Carolina quería saber por qué ella oraba, cómo ella oraba, para qué oraba, y por qué ella le debe dar gracias a Dios por lo que sea. ¿Le contestó Él sus peticiones?
Gloria les dijo a Carolina y a las demás chicas que ella oraba porque sabía que Dios le escuchaba y que Él sí contestaba sus peticiones.
“Danos un ejemplo.” Dijo Carolina.
“Bien, en primer lugar, Él me salvó.” Gloria replicó, esperando que eso terminaría la conversación. En vez de eso esto levantó un nuevo grupo de preguntas de Carolina. “¿Salvó? ¿Te salvó de qué?” Carolina quería saber.
VERSO CLAVE: Contémosles a los demás acerca de Jesús.
El fruto del justo es árbol de vida; Y el que gana almas es sabio. — Proverbios 11:30
“Salvo quiere decir que Dios quitó los pecados fuera de mi vida. No podemos llegar al Cielo sin ser salvos.” Gloria replicó.
“¿Pecado? Tú eres de mi edad, ¿cómo pecaste?” Carolina preguntó.
“Bien, yo solía mentirles a mis padres y desobedecerles, y fui mala con mi hermana pequeña. Cuando le dije a Dios que estaba arrepentida por esas cosas Él me perdonó y me salvó.”
“¿Puede ser salva cualquier persona?” Carolina le preguntó a Gloria mientras se iban de la cafetería.
“Sí, cualquiera puede ser salvo. Sólo lo que tienes que hacer es decirle a Dios que estas arrepentida y Él entrará y el diablo saldrá.” Las otras chicas se habían ido, pero Carolina parecía estar realmente interesada y continuó haciendo preguntas hasta que regresaron a clase.
Esa noche, en la mesa de cenar, Gloria le contó a su familia sobre la nueva escuela y sobre todas las preguntas de Carolina. “¡Vaya! Yo sí que estaba nerviosa.” Terminó Gloria.
“Bien, estoy muy feliz que le contaste a ella.” Dijo su abuelo. “Sabes, cuando Dios te salvó te dio un trabajo para hacer. Él quiere que todos los que le amen trabajen para Él. ¿Recuerdas que la Biblia nos dice cuando Dios le dio a los Apóstoles la encomienda de ir y predicar el Evangelio?”
“Seguro, que lo recuerdo, pero eso fue para los Apóstoles. Además, yo no quiero predicar.” Se rió Gloria.
“Bien”: Continuó el abuelo. “Predicaste tú cuando le contaste a tu amiga sobre Jesús. Eso es todo lo que un predicador hace. Todo aquel que es cristiano tiene un trabajo por hacer, y eso es decirle a los demás sobre Jesús. ¿De qué otra manera podrían saberlo? Hiciste bien hoy en día, Gloria. Carolina parece estar interesada. ¿Por qué no la invitas a la Escuela Dominical?”
“Está bien, la invitaré mañana.”
Dos días más tarde, Gloria vino corriendo a la casa, evidentemente algo molesta. “¡Abuelo, nunca adivinarás lo que sucedió el día de hoy! ¿Recuerdas la chica llamada Carolina de la que te estaba contando? Bien, ayer después de clases ella estaba cruzando la calle cerca de su casa y un carro la atropelló. El conductor no la vio hasta que ya era muy tarde.” El color de la cara de Gloria se puso pálida mientras ella vacilaba y luego continuó, “Ella murió anoche en el hospital. Su mamá llamó y se lo dijo a la profesora y la profesora nos lo dijo a nosotros.”
El abuelo puso su brazo alrededor del hombro de Gloria. “Oh, Cariño, lo siento mucho.” Él dijo calmadamente. “¿No estas feliz de haberle contado sobre la oración? Tú nunca sabes. Ella quizá oró y le pidió a Dios que la salvara. No todo el mundo al que se le dice las Buenas Nuevas morirá tan de repente, pero es bueno saber que tú le contaste.”
“Abuelo, ayer cuando le pregunté si ella podía venir a la Escuela Dominical, ella dijo que trataría. Ella era muy amigable. Yo estaba nerviosa cuando ella me hizo todas esas preguntas, pero estoy contenta de que Dios me ayudó a responderlas.”
* * * * *
Esta es una historia verídica. Carolina realmente murió el segundo día de su cuarto año escolar. Pero alguien se preocupó lo suficiente para contarle sobre Jesús. ¿Le has contado, últimamente a alguien lo que Dios ha hecho por ti?
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: ¡Jesús Te Ama!