¡MATEO ESTABA TAN EMOCIONADO! Este era su primer trabajo. Él iba empezar una entrega de periódicos después de la escuela. Eso significaría que tendría que hacer todas las tareas después de cenar, y no quedaría ningún tiempo para pasar con los chicos después de salir de la escuela. Pero ¡eso valía la pena! Ahora tendría dinero para ahorrar para la bicicleta plateada de carrera que él había visto en la ventana de la tienda de bicicletas.
Él tomó su entrega de periódicos con determinación. Él encontraba el camión de entregas todos los días y repartía sus periódicos rápidamente. No pasó mucho tiempo antes que él estableciera una reputación como un periodiquero de confianza. Los vecinos lo alababan por su puntualidad y amabilidad, y él estaba orgulloso de hacer tan buen trabajo.
Mateo no se dio cuenta, de que de cualquier forma, eso tomaría un largo tiempo para ahorrar suficiente dinero para la bicicleta, especialmente cuando él le echaba mano a sus ahorros de vez en cuando para otras cosas. Después de un tiempo la novedad de su trabajo desapareció y ya no se divertía tanto. El verano estaba casi por llegar, y todos los demás parecían tener tiempo de sobra para hacer otras cosas en vez de sólo trabajar. Mientras él pasaba por el parque en su bicicleta todos los días veía a sus amigos jugando afuera. Yo seguramente desearía poder estar jugando en vez de estar haciendo esta entrega de periódicos, Mateo se dijo a sí mismo.
Unas semanas más tarde, mientras Mateo pasaba por el parque él escuchó a alguien llamar: “¡Oye, Mateo!”
Él se detuvo y se volteó para ver quién lo llamaba. Era su amigo Duglas.
VERSO CLAVE: Siempre debemos ser justos con cada uno.
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres. — Colosenses 3:23
“¿Por qué no nos acompañas? Necesitamos un buen lanzador. Tú puedes terminar eso más tarde.” Mateo se puso a pensar. Él sabía que tenía una responsabilidad y que entrega de periódicos ruta debería ser lo primero, pero el juego de béisbol sería divertido. Hace siglos desde que él tuvo tiempo para un buen juego de pelota.
“Vamos Mateo, te necesitamos.”
“Ya llego.” Le dijo. Él pensó en su interior que unos cuantos minutos no le haría daño a nadie. Después de estacionar su bicicleta al lado de un árbol, él corrió hacia el grupo de muchachos.
Una hora más tarde Mateo notó que el sol se estaba poniendo, y que él estaba atrasado. Él rápidamente cogió su bicicleta y se montó en ella para terminar su entrega de periódicos.
Cuando finalmente llegó a su casa su madre estaba en la puerta esperándolo. “Mateo, puedes explicarme ¿por qué he recibido llamadas telefónicas de algunos de tus clientes preguntando dónde estaban sus periódicos?”
Mateo agachó la cara hacia el suelo. “Yo me atrasé, pero los entregué.”
“¿Por qué estuviste tarde?” Le preguntó su mamá.
“Bien, me detuve a jugar pelota con los chicos y se me paso el tiempo.”
“Déjame preguntarte algo. ¿Cómo te sientes cuando los suplidores te entregan los periódicos tarde?”
“Me decepciono.”
“¿Y qué esperas cuando vas a cobrarles a tus clientes?” “Bien, yo espero que ellos me paguen.”
“¿Te sientes feliz cuando ellos no te pagan?”
“No, creo que no.”
“Mateo, debes pensar que no es realmente una gran cosa que tú llegaste tarde al entregar tus periódicos sólo esta vez. Pero si fallamos al hacer nuestro trabajo lo mejor que podamos, no estamos agradando a Dios. Siéntate, quiero mostrarte algo.” Su madre agarró la Biblia de la familia del librero y la abrió a Efesios 6:5. “Lee aquí, Mateo.”
“Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo.” Mateo miró a su mamá. “¿Tú quieres decirme que yo soy un sirviente?”
“De alguna forma lo eres. Incluso tú tienes varios amos a quienes servir. Cuando tomaste este trabajo, hiciste un compromiso con tu jefe de ruta como también con todos tus clientes de entregarles sus periódicos fielmente.”
“Pero, me estoy cansando de hacer mi ruta. No tengo tiempo para divertirme.”
“Tu ruta no ha cambiado. Solamente tu actitud ha cambiado. Si hacemos nuestro trabajo como para el Señor, como dice la Biblia, Él nos bendecirá por hacerlo.”
Mateo bajó la vista a sus zapatos y pensó sobre las palabras de su madre por unos minutos. Luego dijo: “¿Quieres decir, pretender como si lo estuviera haciendo para Jesús?”
“Sí,” respondió su madre, “y agradecerle por ello. Al fin y al cabo, tú estabas ansioso de conseguir un trabajo para así poder ganar dinero, y el Señor te dio este. Ahora es tu responsabilidad de dar lo mejor de ti.”
Al día siguiente después que llegaron sus periódicos, Mateo dijo una oración: “Querido Dios, por favor ayúdame a hacer este trabajo para Ti. Gracias por confiar en mí al hacer este trabajo aunque yo no hice lo mejor ayer. Por favor ve conmigo hoy en día. Amén.”
El resto del día fue grandioso. La entrega pareció más fácil y hasta los perros parecían más amistosos. Y fue sólo un mes más tarde, en una cena dada por el periódico para los que entregan el periódico y sus padres, que ¡Mateo fue honrado como el periodiquero más destacado del mes!
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Haciendo Nuestro Mejor Trabajo