GUSTAVO ROJAS miró fijamente hacia las sombras de la mañanita en el borde de la claridad unas cien yardas (90 metros) de la guarnición. ¿Era eso un movimiento? No, sólo un arbusto que se movía lentamente en la brisa el cual había crecido en la madrugada.
Él haló su abrigo más cerca de él y tocó su barba áspera con sus manos. Parecía como que si no hubiera dormido en varios días. Oh, él había pasado algunas horas volteándose en la camita en su cuartel detrás de la tienda. El capitán Rogelio le había dado la orden del encargo de la guarnición hacía seis días, y se había ido para asumir su responsabilidad en Fort Mason, ciento cincuenta millas (240 kilómetros) al oeste. Desde ese entonces, el cargo de los trabajos que tenía ahora lo estaban presionando. Esa mañana de vigilar, no era su trabajo, pero él estaba usando este tiempo para pensar.
Detrás de él se encontraba la guarnición la cual estaba ahora bajo su control. Sesenta y dos hombres, unas cuantas mujeres y niños. Fuera del establecimiento se encontraba un lugar desocupado. Y más allá de eso, el territorio del enemigo.
Casi mecánicamente sus ojos se fijaron sobre el lugar desocupado una vez más. Las cosas habían estado quietas en la fortaleza por varias semanas. No había señal del enemigo desde que ya no se vio el Cabo Dixon hace cuatro noches. Pero una vigilancia constante era esencial.
VERSO CLAVE: Dios me ayudará a resistir a Satanás.
Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. — Santiago 4:7
Su mente regresaba a la mañana cuando el Capitán Rogelio se había ido. Como lo habían hecho a menudo, habían tomado el desayuno juntos en el cuartel del Capitán Rogelio. Sus bolsas de lona ya estaban empacadas y se paró a lado de la puerta. La habitación había sido desvestida, hasta las sabanas de la cama habían sido quitadas y enrolladas en una bolsa. Entonces fue cuando Gustavo Rojas se dio cuenta del trabajo enorme que se le aproximaba. Una pequeña y solitaria guarnición, sólo un puñado de gente, y a su alrededor estaba el desierto. El impacto de esa realidad debió mostrarse en su rostro, por que el Capitán Rogelio le dio algunos consejos.
“Hay tres claves para resistir el ataque del enemigo, Rojas. Antes que nada, debes estar alerta. Asegúrate que tus centuriones están siempre vigilando. Nunca te distraigas por un momento. No pienses que sólo porque no has visto al enemigo por un tiempo eso quiere decir que él no está allí. Él sólo está esperando para atraparte desprevenido.”
“Segundo, asegura tus defensas. Chequéalas continuamente para ver que están fuertes, que nada esté roto o débil en ninguna manera.”
“Y por último, Rojas, pelea con cada arma disponible. Pon tu mejor esfuerzo para resistir el ataque.
“¡Recuerda, eso puede significar la diferencia entre la vida y la muerte!”
Él podía hacerlo. ¡Él lo haría! Una seguridad y determinación surgió sobre él mientras él veía el sol matinal escalando detrás de las colinas al este. Él pensó en las últimas palabras del Capitán Rogelio antes de ir a la guarnición: “Que Dios te acompañe, hijo mío.”
Con la ayuda de Dios, la pequeña guarnición podrá mantenerse firme.
* * * * *
Gustavo Rojas enfrentó un desafío, resistir al enemigo y protegió la pequeña guarnición bajo su control.
¿Sabes que tú, como un cristiano, enfrentas un desafío igual de emocionante y mucho más importante? El enemigo con el cual te enfrentas es Satanás. El esfuerzo que hagas para resistirlo significará la vida o la muerte para ti, vida espiritual o muerte espiritual.
Las tres claves que el Capitán Rogelio le señaló a Gustavo Rojas pueden ser aplicadas también a nuestra pelea contra Satanás.
Primero, está alerta. Satanás tiene muchos trucos. Si uno no funciona, él intentará con otro. Él te dejará en paz por un tiempo, pero no pares en estar alerta. Él estará esperando para atraparte desprevenido.
Segundo, ten algunas defensas fuertes. ¿Cuáles son estas? Lee tu Biblia. Pídele a Dios que te dé fuerzas. Cuando Satanás venga a tentarte, usa lo que has aprendido de la Biblia y la fuerza que has adquirido a través de la oración para mantenerte firme contra él y haz lo que sabes que es correcto.
Tercero, pelea con cada arma que tengas. Si Satán pone un pensamiento malo en tu mente, trata de sacarlo con un verso Bíblico en su lugar. Canta un himno de la iglesia. Háblale a un amigo cristiano. Concéntrate en las cosas que Dios quiere que medites. ¡Ora!
Nuestro verso clave nos dice que si resistimos al diablo, él huirá de nosotros. ¡Párate firme! Con la ayuda de Dios, puedes obtener la victoria.
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Escoge un Parche