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Cuando Dos son Uno

Currículo
Respuesta para Estudiantes
129
TEXTO: Efesios 5:22-32; Mateo 19:3-6

El Abuelo Sandoval le contó a los niños una historia sobre cuando dos son uno.

LA CASA GRANDE estaba explotando de emoción. Cada ventana brillaba con luz, y las personas que llegaban sé reían y hablaban felizmente. ¡Esta noche los abuelos celebraban su aniversario de bodas de cincuenta años!
Todo el vecindario había tomando parte. Parecía que todos habían hecho algo para ayudar en las preparaciones, y ahora todos venían a celebrar.
El abuelo y la abuela Sandoval habían vivido en esa casa por la mayoría de sus vidas de casados, y todos a su alrededor los conocían y los amaban. El abuelo se había ganado el corazón de los niños porque él siempre tenía una historia interesante que contar. Dos generaciones de niños de la vencida, a parte de sus propios hijos y nietos, habían crecido escuchando sus historias y adivinanzas.
Era muy natural entonces, después que la celebración de la ceremonia se terminara, que los niños empezaran a decir: “Abuelo Sandoval, cuéntanos una historia.” “No, danos una adivinanza.” “Una historia.” “Una adivinanza.” Finalmente, los adultos, también, empezaron a lucir interesados. Así que el abuelo habló desde su sillón de honor y dijo: “Si todos ustedes se mantienen calladitos para que yo no tenga que hablar muy fuerte, les contaré una historia especial en honor de nuestro día especial.”
Hasta los niños pequeñitos se pusieron calladitos mientras el abuelo continuaba. “Cuando nuestro Señor Jesús estuvo aquí en la tierra, Él solía contarles a las personas historias muy a menudo. Sus historias son llamadas parábolas, y cada una de ellas tenían un significado especial. Esta es una historia como esta. Escuchen bien ahora, y vean si ustedes pueden decirme qué significa.

VERSO CLAVE: Yo obedeceré las leyes del país.
Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. — Romanos 13:1

“Un día, un sembrador sabio tomó dos semillas y las plantó algo cerca de cada una en la tierra. El maíz él plantó primero, así podría crecer antes y ponerse fuerte. La habichuela él plantó segunda porque esa era diseñada para crecer y enrollarse en algún soporte.
“Mientras la nueva mazorca crecía hacia el sol se dirigía hacia el cielo y empezó a producir una estaca fuerte. Pronto la plantita de habichuela empezó a crecer también y le crecieron unas hermosas hojas verdes. Ambas semillas sembradas lo suficientemente lejos para que no se amontaran encima de la otra, pero aún estaban lo suficientemente cerca que la mata de habichuela pudo alcanzar y envolver su planta alrededor del tallo de maíz. La habichuela se regocijó en la fuerza del recto, y alto tallo, y encontró amplio espacio para su enredadera delicada entre sus hojas.
“Ninguna de las dos se dio cuenta de cuánto dependía una de la otra; por haber crecido juntas sus raíces se compenetraron completamente así que si una se quitaba la otra sería seriamente dañada también. Pero así fue cómo el sembrador sabio las plantó. Él sabía que la mazorca le proveería soporte, y que la habichuela pondría refuerzo en la tierra el cual el maíz absolvería. Ninguno de ellos escogieron zanahorias o perejil para confiarse, ellas susurraban sus secretos una a la otra cuando soplaba la brisa. La habichuela no le dio a las uvas una segunda mirada, y la mazorca no estaba interesada en el árbol de manzanas que estaba en la cerca.
“Mientras ambas agradaban a las demás plantas en el jardín, se dieron cuenta que la compañía escogida para ellas por el sembrador sabio fue la mejor que pudieron tener.
“Contentos ellas crecieron uno al lado de la otra, ambas dando lo que ellas podían y ambas tomando lo que necesitaban hasta que, con la llegada de la cosecha, ellas crecieron viejas juntas. Así que sus frutos fueron cosechados y el invierno llegó. Sus hojas dijeron: ‘Sáquenos de la tierra y pónganos a descansar juntas,’ y así fue.”
Hubo silencio en la habitación mientras el abuelo Sandoval terminó de hablar. Los adultos se sonrieron uno al otro y asentaron su cabeza sabiendo el significado de la historia. Entonces Selena, una de las nietas, ofreció el primer comentario.
“Yo creo que sé de qué se trata tu historia, Abuelo. ¡Se trató de ti y de la abuela!”
El Abuelo Sandoval pretendió parecer confundido. “¿Qué quieres decir Selena? Yo estoy seguro, que te conté la historia sobre el tallo de maíz y la habichuela. ¿No fue así, niños?” Con un brillo en sus ojos, él miró a los otros niños sentados a su alrededor.
“¡Oh, Abuelo!” Se rió Selena.
“¡Se trató de un tallo de maíz, y ese eras tu, Abuelo Sandoval!” Dijo Duglas, uno de los niños del vecindario. “Y el árbol de habichuela era la Abuela Sandoval.”
“Bien, ¿está él en lo correcto?” el viejo contador de historias preguntó.
“¡Sí!” contestaron todos los niños.
“¿Y qué significa la historia?” Él continuó.
“Eso significa que Dios sabía lo que Él estaba hacien do cuando los puso a ti y a la Abuela juntos.” Dijo Patti. “Dios es como el sembrador sabio.”
“Sí. Él supó que ustedes se ayudarían mutuamente, así mismo como el tallo de maíz y la habichuela lo hicieron.” Agregó Carlos.
El Abuelo Sandoval sonrió dulcemente al pequeño grupo. “Ustedes escucharon muy bien, mis niños. Yo oro para que esta lección sea aprendida bien, y cuando sea su turno de cazarse dejarán que Dios escoja la pareja ideal para ustedes. Luego algún día ustedes podrán contarles a sus hijos, ‘La Parábola para un Aniversario de Bodas de Oro.’”

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Ponlos Todos Juntos