HILDA SE DESPIDIÓ desde la ventana de la sala mientras su papá se sentaba en su camión para irse a trabajar. Había pasado un año desde la última vez que había visto a su padre irse a trabajar, un año difícil con momentos de incertidumbre y lágrimas. No solamente lágrimas de dolor, sin embargo, también habían lágrimas de alegría.
Su mente retrocedió un año atrás al último día de escuela. Hilda y sus tres hermanos habían corrido a casa, ansiosos de empezar las preparaciones para la vacación anual de dos semanas con su familia. Había entrado como rayo por la puerta y de repente se detuvo, sorprendida al ver a su papá allí. “¿Por qué estás tan temprano en casa, Papá? ¿No estás enfermo, verdad?” Su padre la miró. “No, no estoy enfermo, Cariño. Pero tengo algunas noticias que darte a ti y a tus hermanos.” Hizo una pausa por un momento, y luego continuó.
“Debido a las reducciones de personal en el trabajo, me han despedido. Así que nuestra vacación se tendrá que posponer. Por ahora no podemos permitirnos ese lujo.”
“¡Oh, no, Papá!” Hilda y sus hermanos se quejaron. “¡Hemos estado esperando esto por tanto tiempo!”
“Lo siento. Sé que se sienten defraudados, pero su madre y yo sabemos que Dios tiene Su mano sobre esta situación. Él sabe todas nuestras necesidades y Él suplirá lo que nos hace falta. Lo que debemos hacer es seguir confiando en Él y servirle. La Biblia dice que Él incluso cuida a los pajaritos, Así que podemos estar seguros que Él no nos abandonará.”
Hilda corrió a su cuarto con lágrimas de desilusión en sus ojos. Si Dios los amara, ¿cómo podía Él permitir que sus vacaciones se arruinarán?
VERSO CLAVE: “Jesús te cuidará si confías en Él.”
Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. — Filipenses 4:19
No lo había comprendido en ese momento, pero ese verano sería uno que nunca olvidaría. No había dinero para las actividades de verano tales como nadar en la piscina de la ciudad o jugar al tenis en la gancha del gimnasio. Pronto Hilda comprendió que esas cosas no eran tan importantes. Su mamá y papá estaban contentos aún sin mucho dinero. Su mamá vendió su automóvil para ayudar a desminuir los gastos y salíamos a comer fuera muy pocas veces. Pero la mejor parte había sido que Papá pasaba más tiempo con nosotros.
Dios permaneció en el centro de sus vidas. Nunca hubo amarguras sobre la manera en que las cosas andaban. Tenían devoción familiar todos los días, y su padre nunca fallaba en dar gracias a Dios por Sus bendiciones generosas, incluso en los tiempos más difíciles.
Hilda pronto se dio cuenta que Dios premió la fe de sus padres. Una y otra vez Dios sacaba adelante a la familia en momentos difíciles. Una vez, cuando tenían poco dinero para la comida, el hermano más joven de Hilda encontró un billete de $20 en el parque. En otra ocasión, les llegó dinero de una persona quien ellos no conocían. Pero el incidente que realmente permaneció en la memoria de Hilda fue cuando Dios los llevó a la iglesia y los trajo de regresó a casa ¡sin gasolina en el automóvil!
El indicador de gasolina se leía que estaba vacío. Era tiempo de salir a la iglesia, pero Hilda tenía una pregunta. “Papá, ¿cómo vamos a llegar a la iglesia? El automóvil no tiene gasolina.”
“Vamos a confiar en el Señor,” fue la respuesta de su padre. “No tengo dinero para la gasolina y sé que el indicador dice vacío, pero es Su voluntad de que estemos en el servicio esta mañana. Él puede conducirnos por las veinte millas que hay hasta la iglesia y regresarnos de nuevo.”
Hilda entró al automóvil calladamente. ¿Arrancaría el automóvil? Sí, sí arrancó... y el viaje comenzó. Cada unos minutos Hilda miraba por encima del hombro de su padre. El indicador de gasolina se mantenía firmemente en vacío. Pero el automóvil siguió sin ningún problema.
Llegaron a la iglesia. Pero cuando llegó el momento de regresar a casa, Hilda preguntó: ¿No deberíamos ver si alguien nos puede llevar a casa, Papá? Nunca llegaremos a casa. ¡Seguramente nos quedaremos a medio camino!“
Su papá sólo le sonrió y le dijo: “Dios nos llevará a casa, Hilda.”
Seguramente, Dios lo hizo. Cuando entraron a su estación de carro particular el motor del automóvil comenzó a ronronear y se apagó completamente. Fue entonces cuando las lágrimas aparecieron en los ojos de Hilda. Dios realizó un milagro hoy día, pensó ella. ¡En realidad se preocupa por nosotros!
Sí, había sido un año que Hilda nunca olvidaría. Su familia había enfrentado muchas pruebas, pero Dios los había acompañado en cada una de ellas. Hoy Papá estaba comenzando su nuevo trabajo, y así como él había dicho, Dios había supliendo todas sus necesidades.
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: ¿Le Crees?