“¿QUIERES IR DE PESCA con nosotros mañana por la mañana, Carlos?” Miguel preguntó al bajar las escaleras. “Un grupo de nosotros vamos a encontrarnos en el riachuelo en el viejo lugar de Magdugal. ¿Por qué no traes tu caña y nos acompañas?”
Carlos estaba un poco sorprendido. El realmente no conocía a Miguel muy bien ni a sus amigos con quien se juntaba. “No estoy seguro,” dijo. “Tenía alguna otra cosa planeada, pero veré si puedo llegar.”
Carlos le había entregado su corazón al Señor el año pasado, después de visitar la Escuela Dominical por unos meses; con su vecino, Joaquín. Carlos pensó entre sí, le dije a Joaquín que iría con él al estudio Bíblico en la mañana, pero esta es mi oportunidad para asociarme con uno de los grupos más populares de la escuela. Además, si voy de pesca, sólo me perderé una clase Bíblica. Bueno, creo que le llamaré a Joaquín a dircirle que no voy a ir con él.
VERSO CLAVE: Yo quiero que mis amigos amen a Jesús.
Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no lo consientas. — Proverbios 1:10
Después de llegar a la casa, un poco más tarde, Carlos fue directamente al teléfono. “¡Hola, Joaquín!” comenzó diciendo. “Creo que no puedo ir al estudio Bíblico esta mañana . . . Oh, bueno es que tengo la oportunidad de hacer nuevos amigos y . . . Puedes venir con nosotros.”
“No, gracias Carlos,” le dijo Joaquín. “Ya hice planes ir al estudio Bíblico.”
Cuando Carlos colgó el teléfono, pensó, yo sé que es importante el aprender más acerca del Señor en todas las ocasiones posibles. Pero, ¿no es importante, para mí conocer nuevos amigos también? Pero aún así, Carlos se sentía un poco inquieto con la decisión tomada.
La siguiente mañana, Carlos llegó al riachuelo antes que los demás. Luego llegó Miguel y sus amigos a probar su suerte con la pesca. Por un corto momento, todo andaba bien mientras los chicos tiraban su hilo en el riachuelo, y esperaban para ver la picada. Pero estar sentados sobre la arena por unos minutos fue suficiente. Sergio se escurrió detrás de Miguel y le arrebató su caña. Miguel tiro hacia atrás y el forcejeo siguió, Sergio por poco cae en el riachuelo.
“Oye, Miguel!” gritó Sergio, “¡Sólo por eso, te reto a buscar uno de los pollos de aquella hacienda y que lo traigas aquí! ¡Te apuesto que no lo haces!”
“¡Sí! ¡Eres una gallina si no lo haces!” uno de los otros chicos gritó.
Carlos no quería que Miguel lo hiciera. Él sacudió su cabeza para decirle a Miguel que no lo hiciera.
Los chicos lo notaron y todos gritaron “¡Gallinaaaaaaaaaaa!”
“Vámonos de aquí, Miguel,” dijo Carlos. Pero Miguel lo ignoró.
“¡Oh, les voy a demostrar que no soy una gallina!” dijo Miguel, mientras cruzaba el puente.
Ahora Carlos entendió que no debía estar allí. ¿Qué sucedería cuando el granjero notara que faltaba una gallina? Yo me voy de aquí, dijo Carlos entre sí mismo.
Los demás no notaron la ausencia de Carlos, pues estaban ocupados observando a Miguel.
Carlos corrió a la casa tan rápido como pudo y fue directamente al teléfono. Debía alcanzar a Joaquín antes de que fuera muy tarde.
“¡Hola, Joaquín! ¿No te has ido todavía?” preguntó Carlos, con falta de aliento.
“¡Carlos, eres tú!” Joaquín estaba confundido. “No, estábamos casi listos para ir a la puerta, aunque. ¿Puedes venir?”
“Sí, creo que puedo venir después de todo,” replicó Carlos.
Más tarde, cuando regresaban del estudio Bíblico, Carlos le contó a Joaquín lo que había sucedido esa mañana.
“. . . de modo, que el ir con Miguel y sus amigos no fue tan divertido como yo pensé. Comprendí que si voy a ser lo que Dios quiere que yo sea, necesitaré una verdadera clase de amigos. Hoy fue obvio que Miguel no es el tipo de amigo para mí.”
“Tomaste una buena decisión, Carlos. Al venir al estudio Bíblico, puedes relacionarte con el tipo de personas que te ayudarán, en lugar de traerte abajo.”
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Eligiendo a Mis Amigos