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Una Promesa Cumplida

Currículo
Respuesta para Estudiantes
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TEXTO: Juan 20:1-18

La Resurrección victoriosa de Jesús después de tres días fue una promesa cumplida.

HABÍA QUIETUD en la madrugada mientras María Magdalena se dirigía hacia el jardín donde el cuerpo de Jesús había sido colocado en una tumba. Su corazón estaba tan apesadumbrado que dolía. Parecía empujar un nudo enorme en su garganta, lágrimas brotaron de sus ojos. María estaba apesadumbrada por todo lo que había pasado en días anteriores. Ella no podía comprender en eso. María recordaba que Jesús había sido siempre tan amoroso, manso y bondadoso. Había estado sorprendida de que un hombre pudiese vivir sólo para otros, cómo lo había hecho Jesús. Él no utilizó tiempo para hacer Su nombre popular o para sentirse cómodo en esta tierra. Él tenía un lugar especial en Su corazón para las personas que estaban enfermas, solas, pobres, o quienes habían sido rechazados por la sociedad sin esperanza. María había visto a Jesús hacer milagros que cambiaban las vidas de las personas. Ella lo escuchó enseñarle a las personas cómo vivir una vida santa y acerca de un hermoso lugar que Él prepararía para aquellos que viviesen según sus mandamientos.
María estaba segura de que Jesús tenía todas las respuestas. Él había sido enviado para ser el Rey de los judíos. Pero ahora . . . todo había terminado. Su mente repetía los eventos agonizantes de los tres días pasados. La cara de una multitud enojada, el sonido de sus voces gritando: “¡Crucifícale, Crucifícale!” Las marcas en su espalda mostrando donde le habían golpeado. El dolor y la pena en Su cara mientras cargaba la cruz pesada, después verlo colgado sobre esa cruz, crucificado en medio de dos ladrones como un criminal. O, ¿cómo podría resistir el dolor de recordar?

VERSO CLAVE: ¡Quiero estar vigilante! ¡Yo sé que Jesús vive!
No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. — Mateo 28:6

Ahora parecía que todos sus sueños estaban destrozados. ¡Él estaba muerto! ¿Qué anduvo mal? ¿Dónde podría ir por una respuesta? ¿A quién podría acudir? ¿Qué les esperaría el futuro a aquellos que le habían seguido?
Mientras María se acercaba a la tumba, ella vio que la piedra que cubría la entrada, y que había sido sellada con el sello de Pilato, había sido removida. Temor se apoderó de ella. ¡El cuerpo de Jesús había sido robado! Ella se dio vuelta y corrió, su primer pensamiento fue decirles a los discípulos. Al encontrarlos les dio la noticia. Inmediatamente dos de los discípulos se apresuraron a la tumba para ver por sí mismos. ¡María estaba en lo cierto! La tumba estaba vacía. Mirando ansiosamente desde la entrada, vieron los lienzos con que Jesús había sido cubierto. El sudario que había estado sobre la cabeza de Jesús estaba doblado en un lugar aparte. Los corazones de los discípulos habían estado llenos de tristeza estos últimos tres días, pero ahora, quizás, había esperanza. ¿Podría ser que Jesús había resucitado y estaba vivo otra vez? Con esa esperanza devuelta, ellos corrieron a contárselos a los demás.
María se quedó atrás y lloró a lado de la tumba. Ya habían acontecido muchas cosas malas, y ahora no sabían ¡dónde estaba el cuerpo de Jesús! Mientras María sollozaba miró dentro de la tumba. Allí vio a dos ¡ángeles! Le preguntaron por qué lloraba, y ella les contó su historia. Llorando se alejaba de la tumba y vio a un hombre detrás de ella, una voz suave le preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras?” Pensando que Él era el jardinero, ella le contó su historia también. Luego Él llamó su nombre: “María.”
De repente se dio cuenta de que estaba hablando con Jesús! Lo único que pudo decir en su asombro fue: “¡Maestro!” ¡Que gozo llenó su alma! Entonces Jesús le dijo que se fuera y le dijera a sus discípulos que Él estaba vivo, y que Él había hablado con ella. ¡Que buenas noticias para contar!
María había amado mucho a Jesús, pero como muchas personas hoy en día, no estaba consciente del poder que Él poseía. Ella había limitado al Señor aún sin saberlo. Era verdad que Jesús había sido un buen hombre, y no había hecho nada malo. Pero ¡Él era mucho más que eso! Ahora Él estaba vivo otra vez, saliendo de la tumba.
Desde el momento de la Resurrección de Jesús, el plan divino de salvación de Dios estaba cumplido. Una nueva era empezó. Se estableció la comunicación directa entre Dios y el hombre. No hay necesidad de más formalidades con un sumo sacerdote para llevar el pecado e interceder por las personas. Ahora podemos hablar directamente con Dios, y tener una relación personal con Él.

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: ¡Él Resucitó!