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El Segundo Paso

Currículo
Respuesta para Estudiantes
97
TEXTO: Juan 17:9-23; Hebreos 13:12

Diego aprendió por qué es necesario que la naturaleza del pecado sea removida.

¡AHHHH, otro día hermoso! Pensó Diego, mientras miraba afuera de la ventana y amarraba los cordones de sus botas. Y hoy es extra especial, hoy es el día libre de Papá. ¡Él prometió llevarme al lago para aprender cómo pescar con moscas!
“Buenos días, Papá,” sonrió Diego mientras entró a la cocina.
“Buenos días, Diego, parece que ya estás listo para un día en el lago. Ya junte todo el equipaje y Mamá tiene el desayuno en la mesa. ¡Empieza a comer!”
Poco después de un desayuno apresurado, Diego y su papá estaban en camino hacia el lago. Mientras caminaban, Diego no paraba de pensar de lo feliz que estaba de que su familia se hubiera mudado a ese lugar. Luego su papá interrumpió sus pensamientos cuando preguntó: “Bien, Diego, ¿cómo ha estado tu nueva vida como cristiano esta semana?”
“Papá, ¡ha sido maravillosa! Todo parece tan diferente. El sol parece más brillante, el césped se ve más verde, y mis amigos parecen ser más fáciles de tratar. Me he estado preguntando desde que fui salvo el domingo pasado si siempre será así. Pero Papá, tengo una pregunta.”

VERSO CLAVE: Este es el plan de Dios para mí.
Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación. — 1 Tesalonicenses 4:3

“¿Qué es, Hijo?”
“Es sobre la santificación. He escuchado la palabra en la iglesia, pero creo que no sé realmente lo que es o por qué es importante. Si una persona es salva, ¿por qué necesita ser santificada? Eso es lo que no comprendo. Me siento mucho mejor ahora que soy salvo. No veo por qué necesito ser santificado.”
“Ese es un sentimiento normal, Diego” le respondió su papá. “Pero creo que si puedes entender la importancia de la santificación en una vida cristiana, entonces sentirás la necesidad de esa experiencia. ¿Recuerdas el roble que cortamos por aquí en el bosque el otoño pasado?”
“Claro. Ahí está el tronco,” respondió Diego, señalando hacia un claro en el camino.
“¿Recuerdas cómo el rayo de sol brillaba a través del bosque después que el árbol fue cortado?” Preguntó el papá de Diego.
¡Sí lo recuerdo! ¿Qué cambió hubo por aquí? Las aves tuvieron que hallar otro lugar nuevo para construir sus nidos. Las ardillas tuvieron que buscar sus bellotas en otro lugar. Y nosotros cortamos mucha leña para nuestra estufa de leña. ¿Pero qué tiene que ver esto con la santificación?
“Cuando fuiste salvo el domingo pasado fue como cortar ese árbol. Hubo una gran transformación, la luz del amor de Dios inundó tu vida. Todo ha sido más brillante para ti desde entonces. Aquellos pecados que estaban en tu vida fueron quitados. Pero Diego, hay más. Mira cuidadosamente a este tronco. ¿Qué ves?”
“El árbol está empezando a nacer de nuevo, hay pequeñas ramas verdes en el tronco,” respondió Diego.
“Bien Diego, ese crecimiento empezó porque no removimos las raíces. Este tronco todavía está vivo. Nosotros nacimos con la naturaleza del pecado en nuestras vidas, porque Adán, el primer hombre, pecó. Nosotros tenemos una tendencia natural a pecar y hacer las cosas que desagradan a Dios.”
“Cuando somos salvos, como tú lo fuiste el domingo, Dios perdona todos los pecados que hemos cometido en el pasado. Luego Él nos da poder para no pecar otra vez, pero la naturaleza del pecado aún está allí.”
“¿Recuerdas, Diego cómo sacamos el viejo tronco en nuestra otra casa en la ciudad?”
“Sí, fue muy difícil sacar todas esas raíces.”
“Bueno, hicimos eso para que el tronco no empezara a crecer otra vez. Dios no quiere que esa raíz del pecado empiece a crecer otra vez en una vida cristiana, tampoco. Es Su plan para nosotros ser santificados después de ser salvos. Leemos en Hebreos 13:12, ‘Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.’ En otras palabras, Jesús murió en la cruz no sólo para que pudiéramos ser salvos, pero también para que pudiéramos ser santificados.
“Diego, Jesús hasta oró por ti. En el capítulo 17 de Juan, Él oró por aquellos que ya eran salvos. Después que somos santificados, la tentación para pecar no vendrá de adentro de nuestros corazones, porque la naturaleza del pecado ha sido removida, así como el tronco. ¿Ves la importancia de ser santificado, Diego?”
“Sí, Papá. Yo quiero que Jesús me santifique, y voy a orar para que Él lo haga.”

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Está en el Plan de Dios