TEXTO: Génesis 37:3-36; Salmo 105:16-22; 1 Pedro 4:12-19
Al dirigirse David a la clase de educación física, nunca se imaginó que ahí encontraría la respuesta al estrés.
DAVID SINTIÓ UN NUDO FAMILIAR en su estómago. Diez minutos más hasta la clase de educación física. Odio esa clase, pensó. Todos los días me arrastro a ella, temiendo la próxima hora.
Él sabía cómo iría la clase. Cuando jugaban baloncesto él era siempre el último en ser escogido para un equipo. No culpaba a nadie por no quererlo en su equipo porque sabía que nunca podría hacer una canasta. Ni siquiera podía manejar la pelota como lo hacían ellos. El béisbol no era mejor. No importando cuanto lo intentara, parecía que nunca podía conectar el bate con la pelota.
Hoy sería incluso peor que de costumbre. Él hubiese querido estar lo suficientemente enfermo como para quedarse en casa, pero despertó sintiéndose bien. Este era el día cuando las tres clases de educación física se reunían para el examen físico. Hoy, los ojos de todos los asistentes a esas tres clases estarían observándole.
Mientras David ponía su mano sobre la puerta del gimnasio, deseó por milésima vez estar en cualquier otro sitio. Pero no había nada más que hacer pero entrar. Eventualmente, se las arregló para llegar a la pista con su ropa de gimnasia, y con el nudo en el estómago más apretado que nunca.
VERSO CLAVE: Soy fuerte en Dios.
Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. — Salmo 46:1
El maestro silbó y anunció que iniciarían con la carrera de 400 metros. Sonó el balazo de salida. David inició la carrera. Antes de llegar a la mitad, sus costados dolían y su respiración le cortaba el pecho como un cuchillo.
Cuando llegó para iniciar el último cuarto de la carrera vio que prácticamente todos los demás habían terminado. Mientras hacía el esfuerzo de poner un pie delante del otro alguien más lentamente lo alcansó y corrió a su lado. Volteando a su derecha, vio a Cesar Turner. Cesar debe estar teniendo problema como yo, pensó David. Los dos terminaron juntos mientras las tres clases les aplaudían. ¡Qué vergonzoso! David se alejó con su cabaza inclinada. Pero Cesar logró soltar una carcajada y exclamar: “¡Último en orden pero no en importancia!”
David estaba asombrado. Siempre había admirado a Cesar porque él tenía tantos amigos. Parecía estar pasando un buen rato siempre que David lo veía en los pasillos o después de la escuela. Pero aquí en la clase de educación física, Cesar parecía no ser mejor que él.
Al transcurrir la tarde los exámenes físicos fueron completándose uno por uno, David notó que Cesar, de hecho, no era mejor que él. Los dos parecían terminar todas las pruebas en último lugar. Aun así, Cesar nunca perdió su sonrisa o su habilidad de reír. Mientras esperaban sentados el último evento del día, David le preguntó: “¿Cómo puedes reír siempre aun cuando somos los últimos? Odio cada minuto de esta clase. Ni siquiera siento deseos de sonreír, menos de reír.
Cesar le sonrió a David y dijo: “Tengo un par de secretos. ¿Quieres escuchar de qué se tratan?”
“Seguro, escucharé cualquier cosa que ayude,” contestó David.
“David, yo siempre recuerdo una cosa durante la clase de educación física. No estaré en esta clase o en cualquier clase de educación física, ni siquiera en la preparatoria, para siempre. Y cuando me gradúe, ¿qué diferencia habrá si fui siempre el último en la clase de educación física?”
David tartamudeó: “Pues, sí . . . creo que ahí tienes razón. ¿Cuál es tu otro secreto?”
Cesar parecía un poco más serio mientras decía: “Tengo a Jesús en mi corazón. Sé que Él puede ayudarme a hacer todo lo que tengo que hacer. ‘Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.’ Puede que no sea yo capaz de hacer todas las cosas lo más rápidamente posible, pero con la ayuda del Señor puedo superarlas.”
Justo en ese momento llegó su turno, y por última ocasión en el día, los dos chicos se aguantaron un evento más.
Mientras David caminaba de regreso al vestuario, pensó acerca de lo que Cesar había dicho. ¿Quién habría pensado que la religión ayudaría en la clase de educación física? Pero tenía cierto sentido. Cesar parecía estar contento en cualquier situación. Tal vez, sólo tal vez, deberé aprender un poquito más del segundo secreto de Cesar.
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: ¡Mantén Tu Calma!