“¡NO CREO QUE PUEDA ENFRENTAR otro día de esto!” Karina dijo, con su voz casi quebrada. “¡Él sabe cómo hacer las preguntas que no puedo contestar. Y cuando respondo, no le gustan mis afirmaciones. ¡A veces me lamento de haber tomado esta clase de Literatura Bíblica!”
Olga dijo simpáticamente: “Yo sé que ha sido duro para ti, Karina. El Sr. Jackson tiene la reputación de ser un maestro difícil, pero he oído que tiene dominio sobre su materia.”
“Oh, él conoce muy bien de la Biblia. ¡Eso es lo que lo hace tan difícil! Cuando me pregunta en qué creo y por qué, él quiere saber exactamente cuales Escrituras apoyan mi creencia, y si no las tengo en la punta de la lengua, él toma una Escritura que parece decir algo distinto. He orado a Dios para que me ayude a decir lo correcto, pero muchas veces creo que no sé cómo responderle.”
Olga miró a través de las gradas, donde las muchachas estaban almorzando. “¿Por qué crees que él se mete contigo, Karina. ¿Les hace él las mismas clases de preguntas a los otros estudiantes en la clase?”
Karina limpió las migajas de su regazo, y metió su servilleta en su bolsa de almuerzo antes de responder. Finalmente respondió: “Olga, realmente no creo que él esté tratando de molestarme. Él no lo hace de una forma maligna . . . Más bien parece que tiene curiosidad. Yo creo que en realidad él quiere saber honestamente cómo yo respondería. Y cuando él da una Escritura que parece presentar otro pensamiento, yo creo que en realidad él quiere saber cómo se explicaría eso.”
Olga tragó el último bocado de galletitas. “Bueno, hay algo bueno, sólo nos quedan unas cuantas semanas de clases. Sólo olvídalo, Karina.”
VERSO CLAVE: La sabidurÌa verdadera viene de Dios.
Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo. — 1 Reyes 3:9
“Oh, supongo que lo haré.”
Las próximas semanas de clases llegaron y Karina enfrentaba cada sección de la clase de Literatura de la Biblia con preocupación. Ella oraba cada mañana para que Dios le diera las palabras correctas y a veces creía que la fuerza que Él le daba era la única razón para poder seguir yendo a la clase.
El último día, antes de los finales, Karina descubrió que sus oraciones habían sido contestadas.
El Sr. Jackson comenzó su lectura esa mañana, resumiendo los capítulos que habían estudiado en 1 Reyes, acerca de Salomón y su sabiduría. Al concluir sus opiniones, él comentó que Salomón le había pedido a Dios sabiduría, y que obviamente la había recibido. Luego preguntó: “¿Alguien de ustedes cree que Dios aún puede y daría la sabiduría a aquellos que la pidan, como lo hizo Salomón?”
Por un momento hubo un silencio en el salón de clase. Entonces Karina levantó la mano. “Si, yo creo que Él lo haría, Sr. Jackson.”
“¿Podrías por favor explicarle esto a la clase, Karina? Preguntó el Sr. Jackson. “¿Conoces a alguien que haya aumentado su inteligencia porque oró por eso?”
“Tal vez Dios no baje y ponga la solución a cada ecuación de álgebra en mi mente, o darme un enten dimiento completo de mi libro de biología. Pero cuando yo oro, Él me ayuda y me guía en tomar decisiones. Él me enseña lo que debo decir y hacer. Creo que la verdadera sabiduría está en cómo apoyarnos en Dios.”
El Sr. Jackson la miró pensativamente. “Ese es un buen punto, Karina.” Pausó por un momento y luego agregó: “¿Te importaría quedarte después de la clase por unos minutos? Me gustaría discutir esto contigo un poco más.”
Cuando sonó la campana, Karina se quedó tranquilamente en su escritorio, mientras sus compañeros organizaban sus libros y salían al pasillo. Luego ella se acercó al escritorio del Sr. Jackson, su corazón latía. ¿Qué le iba a decir?
El movía los papeles de un lado a otro sobre su escritorio, finalmente la miró y sonrío un poco. “Karina, sólo quiero decirte que ha sido un placer tenerte en mi clase. Tu comentario hoy con respecto de cómo Dios ayuda a enseñarte lo qué tú debes hacer y decir fue muy instructivo. Yo sé que he lanzado algunas preguntas muy difíciles para ti este año. Has hecho muy bien en responderlas también. En realidad he querido saber dónde obtuviste esa perspicacia. Ahora creo que entiendo.”
Karina miró seriamente a su maestro. “Gracias Sr. Jackson. Sus preguntas me han hecho pensar y orar por sabiduría, para responderlas. Sí creo que Dios me ha ayudado.”
“Yo también creo eso,” dijo el señor tranquilamente. “Nunca te apartes de la fe que tienes, Karina. ¡Es algo muy especial!”
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Un Varon Sabio