“NO TOQUES NADA hasta que vayas al lavamanos, jovencito. De todos modos, ¿qué es eso en tus manos?”
David suspiró: “Grasa. La cadena de mi bicicleta se rompió de nuevo y no puedo arreglarla esta vez. Desearía poder conseguir una bicicleta nueva.”
La Sra. Ortega se quitó de la puerta para dejar entrar a su hijo que estaba un poco disgustado.
“Bien, tu padre y yo te dijimos que tú ya estas bastante grande para comenzar a ganar tu propio dinero para que puedas comprar lo que quieras. Tú podrías comenzar a ahorrando dinero para comprarte una bicicleta nueva.” Ella se detuvo, y luego continuó: “A propósito, ¿cómo estuvo el discurso de La Persona Quien Tú Más Admiras en tu clase de español?”
“Oh, muy bien. Pero no creo que a mi maestra nueva, la Srta. Franklin, le haya gustado mucho. Ella dijo que mi presentación fue buena, pero el contenido fue poco realista.”
“¿Ella no cree en el Abraham de la historia bíblica?”
“No, no me refiero a eso. Me refiero a la parte donde hablé sobre las características que él tenía, que yo quería aplicar a mi propia vida. Creo que ella no cree en el valor que tiene la obediencia a Dios. Ella después de la clase me preguntó si Dios alguna vez me había dirigido a hacer algo específico, pero lo único que pude pensar fue cuando Él me salvó hace dos años. Quizás a ella no le agraden los cristianos.”
La madre de David le ofreció algunas galletas de chocolate y le dijo: “Bueno, sé que fue un poco difícil para ti, dar ese discurso, pero yo creo que el Señor te bendecirá por ser testigo de Él en la escuela. Sólo oraremos para que la Srta. Franklin aprenda a conocer y a confiar en Dios como lo hacemos nosotros.”
VERSO CLAVE: Yo caminaré con Dios.
Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. — Génesis 17:1
El siguiente día era sábado y David decidió ir al parque, ya que no podía montar bicicleta. Mientras caminaba vinieron a su mente pensamientos de lo ocurrido el día anterior. No me importa se dijo a sí mismo, aún yo quiero ser como Abraham. Yo sé que Dios me guiará en mi vida si le obedezco, aunque la Srta. Franklin crea que estoy loco. Me gustaría que Dios me condujera a un empleo, para poder ganar suficiente dinero para comprar una bicicleta nueva. Entonces podría decirle a la Srta. Franklin que Dios lo hizo.
Trepando una rama de un árbol a la orilla del parque, David subió a una rama más ventajosa. Mientras él estaba mirando sobre la área, el reflejo del sol sobre un pequeño edificio en la parte trasera de una casa cercana captó su mirada. Él miraba el edificio mientras se preguntaba qué era. Después de bajarse del árbol, él cruzó la calle para investigar. Cuando el reflejo del sol se había ido, él pudo ver que era un invernadero. Cuando se paró allí una voz le llamó.
“¿Jovencito, tienes un momento?”
Una señora mayor con un rostro agradable se paró en la entrada de la gran casa. Ella estaba apoyada sobre un bastón.
“Sí, supongo que sí,” David contestó dudosamente.
La señora lentamente bajó los escalones y le señaló a un portón que guiaba a la parte trasera del patio. Ella dijo: “Vi que estabas mirando mi invernadero. ¿Te gustaría verlo? Quizás si tienes un poco de tiempo podrías ayudarme a cuidarlo.”
A David le agradó al instante el tono de alegría en la voz de la señora, y estaba interesado en ver lo que ella cultivaba en el invernadero.
“¡Claro, me encantaría!”
David entró al patio. Mientras entraban al invernadero, se sorprendió por la belleza de los cientos de plantas, muchas de las cuales estaban floreciendo.
“¿Qué haces con todas esas plantas?”
“Oh, las cultivo para venderlas a algunas de las florerías del área. La mayoría son variedades raras. Esto me ayuda con los gastos, y me da algo que hacer ya que mi esposo y familia se han ido. Mi nieta estaba viviendo conmigo e iba a la universidad, pero recientemente se graduó y comenzó a enseñar. Ella solía ayudarme con algunas de las tareas difíciles, como echarles agua a las plantas que estan colgadas, pero ahora ella tiene un apartamento y está muy ocupada.”
Los dos caminaron entre las hileras, hablando sobre varias plantas y conociéndose un poco más. Cuando regresaron a la puerta la señora se detuvo y miró a David.
“¿Te gustaría trabajar para mí? ¿Qué te parece una hora cada día? Yo gano lo suficiente para pagarte . . . O ¿ya tienes otro empleo de alguna clase?”
“No, pero si está bien con mis padres, me encantaría trabajar para ti. He estado deseando encontrar un empleo para ganar un poco de dinero para comprarme una bicicleta nueva.”
“¡Bueno! Le he estado orando a Dios para que el Señor guiara a un joven agradable como tú para ayudarme. Sabes que tendré que decirle a mi nieta sobre esto. Ella no es cristiana todavía y no quiere creer que la oración funciona. Tú tal vez la conoces. Ella es la nueva maestra de español en la escuela secundaria. ¿Has oído de la Srta. Franklin?”
David sonrió: “Sí he oído de ella. De hecho, ella es mi maestra.”
Mientras David se dirigía a casa para decirle a sus padres sobre lo ocurrido, miró al cielo y susurró: “Gracias Señor.”
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: La Tierra Prometida