ISAÍ SE PARÓ RECTAMENTE, despierto a la luz de la mañana. ¿Era su imaginación, o realmente había escuchado a alguien pedir ayuda? Era fácil que una persona se perdiera aquí en el desierto, aunque el camino a Jerusalén estaba cerca. Él y sus hermanos se habían acostado allí a descansar por la noche. Él escuchó atentamente. Allí estaba de nuevo, una voz urgente que parecía venir desde el río, desde unos metros de distancia.
Rápidamente sujetó su manto alrededor de él y corrió hacia el río dejando atrás a sus tres hermanos durmiendo. Al llegar a la orilla del río Jordán, él miró con asombro. Un hombre estaba en la parte poco profunda del río, al parecer predicando a un grupo de personas reunidas delante de él. Mientras más miraba Isaí, más personas llegaban. La voz del hombre hacía eco en el aire de la mañana, y él parecía muy atento al mensaje que entregaba. A las personas no les importaba la brisa fría de la mañana. ¿Qué estaba diciendo? Él estaba hablando del arrepentimiento, y de alguien que vendría. ¿De qué se trataba esto? Isaí se acercó y empezó a escuchar cuidadosamente.
VERSO CLAVE: Jesús es el Cordero de Dios.
He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. — Juan 1:29
Las palabras del hombre agitó a Isaí y pareció que otros en la muchedumbre se sintieron del mismo modo. Ya que cuando el hombre habló del bautismo, y se movió a las aguas del río, ellos formaron una fila y empezaron a unirse a él en el agua. Qué cosa tan extraña, pensó Isaí, mientras miraba con asombro. El hombre ahora estaba mojando a las personas completamente una a una en el agua. Al salir del agua, ellas gozosamente alababan a Dios y cantaban himnos.
Otros en la multitud interrogaban al hombre. ¿Qué debemos hacer? Isaí se acercó aun más, atraído por el poder de las palabras del hombre. “¡Arrepiéntanse! ¡Arrepiéntanse de todos sus pecados y sean bautizados!” “¡El Señor está cerca, enderezad sus caminos!”
Entonces Isaí recordó. ¡Este debe ser Juan el Bautista! Él había escuchado mucho acerca de él, ya que él era muy famoso en Jerusalén y en las ciudades de los alrededores. Se decía que él comía saltamontes y miel silvestre, él era un hombre misterioso, y que había vivido en el desierto la mayoría de sus treinta y más años. Entonces, él salió del desierto con un mensaje sorprendente: “¡El reino de los cielos está cerca. Arrepiéntanse y sean bautizados! Prepárense para su venida.”
Súbitamente, la multitud se movió e Isaí se dio cuenta de que los ojos de Juan lo estaban mirando directamente. Isaí retrocedió confuso. Él no quería estar tan cerca. Pero Juan extendió su mano y dijo: “No tengas miedo, mi amigo joven. ¡Prepárate ahora para la venida del Señor! Fui enviado por Dios para decirles esto.”
Media hora más tarde volvió al campamento donde sus hermanos estaban cocinando desayuno sobre el fuego. “¿Dónde has estado?” le preguntaron: ”¿Has estado por el río?” Gehadazi fue por esos entornos a buscarte y vio a la gran multitud reunida alrededor de ese predicador, Juan. ¿Estabas allí? Sí, tu manto está mojado . . . ”
Isaí había encontrado al precursor de Cristo, el mensajero que vino a enseñarle a la gente del Mesías venidero. Su misión era introducir a Jesucristo al mundo, y lo hizo con tal obediencia, valor y entusiasmo que atrajo una vasta multitud al Señor. ¡Que emoción tenía Isaí en su corazón ahora!
Nosotros tenemos esta misma misión hoy. ¡El Señor vive en nuestros corazones! ¿Tenemos el valor y el entusiasmo para introducir a Cristo a los perdidos alrededor de nosotros? ¡Pidamos al Señor que nos ayude a preparar el camino para su segunda venida!
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: ¡Yo También Seré un Mensajero!