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Poder de Dios

Currículo
Respuesta para Estudiantes
192
TEXTO: 2 Reyes 2:1-15

Los eventos demostraron que Eliseo también poseía el poder de Dios.

MI CORAZÓN ESTÁ TRISTEMENTE ATRIBULADO, de algún modo sé que éste no es un día común. Y sé bien la razón de esta angustia que pesa sobre mi.
Era claro por las palabras del profeta Elías esta mañana, que él estaba despidiéndose de nosotros. Debe ser que el Señor le ha revelado que el tiempo de su partida está cerca.
Creo que debo escribir mis presentimientos mientras nos sentamos aquí mirando la llanura y el río Jordán, enfrente de nosotros. Yo, junto con algunos de los que están entre los hijos de los profetas aquí en Jericó, hemos venido a observar. Mientras Elías y su discípulo se acercan hacia el río, me pregunté: ¿Será verdad que esta sea la última vez que veremos a nuestro maestro?
¿Qué llegará a ser de nuestra gente cuando Elías sea quitado de entre nosotros? Claro que su comunicación con Jehová ha sido desde tiempos innumberables. Su fe no es dudada. Su liderazgo entre los profetas ha permanecido indisputable por muchos años.
Es imposible para mí imaginar como Eliseo, quien ha caminado con él por algunos seis años como discípulo, pueda tomar su lugar. Eliseo es un hombre muy callado. Aunque es evidente que él era a quien Elías había escogido cómo su sucesor, rara vez lo oímos decir una palabra. Aun esta mañana yo mismo le pregunte: “¿Sabes que el Señor quitará a tu maestro este día?” Él respondió sencillamente: “Sí lo sé; callad.”
No puedo borrar de mi mente la expresión turbada de su rostro, al decir estas palabras. No había felicidad, no había anticipación en el pensamiento de ocupar una posición de tanta importancia. No hablaba con la autoridad y vigor los cuales caracterizaban el hablar de Elías. ¿Pueguiar al pueblo de Israel?

VERSO CLAVE: Quiero más de Jesús.
Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. — 2 Reyes 2:9

* * * * *
Dos días han pasado desde que escribí las primeras palabras de este documento. Al ver mis pensamientos anotados aquí, no puedo evitar la maravilla en cuanto al cambio de mis sentimientos respecto a Eliseo. Pero no sin razón. Debo detallar aquí los actos que ocurrieron. Yo no estaba equivocado al creer que ese no era un día común.
Sin embargo mi corazón estaba pesado mientras Elías y Eliseo se acercaban al río Jordán. Admito sentirme un poco perplejo cuando se fueron directamente al río en vez de dirigirse al sur, por la travesía usual. Mientras estaban parados en la playa, Elías envolvió su manto y golpeó las aguas. Es dificultoso explicar, pero ante nuestros ojos, las aguas fueron divididas allá y acá, en el lugar en que Elías las golpeó. Nosotros, los hijos de los profetas, nos pusimos en pie como un sólo hombre. Estábamos siendo testigos de un milagro, Elías y Eliseo procedieron a cruzar firmemente al otro lado sobre tierra seca y sólida porque ellos no trataron de proteger su ropa o escoger un camino cautelosamente.
Una sensación pasó por mis venas. Con mis propios ojos había visto la mano de Dios moverse. Inmediatamente pude sentir que los que me rodeaban sentían el mismo temor, porque había un murmullo entre los otros hijos de los profetas que estaban parados cerca de nosotros.
Nuestros ojos fueron puestos en dos figuras. Ellos se detuvieron brevemente después de cruzar, y conversaron por un momento, luego volvieron a caminar. Pero no habían caminado más de cien metros cuando un rayo de luz repentino apareció sobre ellos. De nuevo, las palabras fallan en describir lo que vimos ese día. Parecía una llama moviéndose, más grande que los dos hombres. Los separó, y en un instante uno de los dos había desaparecido. Supe de una vez que era Elías. ¡Nunca lo veremos jamás! Una sensación de tristeza vino sobre mí. Pero una fuerza convincente captó mi atención sobre la figura que quedó. ¿Qué emociones sentía Eliseo ahora?
Se agacho y recogió una prenda de vestir del suelo. Luego sin demorarse, regreso de nuevo al río. Aun desde esta gran distancia, pude ver que él se movió con determinación. Cuando se acercó al río torció el manto como Elías lo había hecho hace unos momentos antes.
De repente sentí una gran tensión sobre mí. ¿Golpearía las aguas como lo había hecho Elías? ¿Se separarían las aguas como lo hicieron con Elías? De algún modo el destino de nuestra gente parecía flotar en la balanza. ¿Habría dejado el Señor Dios de Elías su Espíritu sobre Eliseo?
En pocos momentos yo tenía mi respuesta. Eliseo golpeó las aguas y de nuevo se separaron y formaron camino. Todos nosotros nos apresuramos a alcanzarlo cuando él logró cruzar triunfatemente.
Mis dudas se alejaron, pero si quedaron algunas, fueron disipadas cuando de nuevo hablamos con Eliseo. ¡Que transformación había ocurrido en éste, que era tranquilo y humilde siervo de Elías! Su voz ahora suena con autoridad. Él tiene una confianza y seguridad que fue dada por Dios. ¡De hecho, sentí el Espíritu de Jehová más poderosamente en él, que antes hubiese sentido en otro hombre, aun en Elías! Estaba tan conmovido, que no pude evitar caer sobre mis rodillas delante de él.
Él es el escogido para enseñarles a los Hijos de Israel. No tengo más duda.

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: ¡Yo Quiero Más!