Querido hijo,
Al hablar esa noche juntos, tú preguntaste: ¿Padre que necesito? ¿Qué es importante? Fueron preguntas no hechas a la ligera.
Te he visto crecer espiritualmente. En muchas formas nos hemos apegado más durante las ultimas semanas que nunca antes. Una verdadera unión fue establecida entre nosotros esa noche cuando te arrepentiste y colocaste tu vida en las manos de tu Creador.
Por supuesto, te amé mucho antes que ese día. Eras especial aun antes de que nacieras. Que bien recuerdo el color de las mejillas en el rostro de tu madre cuanto te colocaron en sus brazos por primera vez. Mientras yo te miraba, un pequeño bulto, un pedacito de gente, ¡qué potencia! había allí! Aun entonces, yo miré hacia delante a éste día, mi hijo, y te vi parado al borde de la edad adulta.
Has dado muchos pasos desde entonces. Oh sí, vi el primer paso físico. Cómo tus ojos brillaron cuando el primer tambaleo entre los brazos abiertos de tu papá. Pero mucho más importantes han sido los pasos espirituales, hacia el desarrollo de estos atributos los cuales te han ayudado a crecer fuerte como cristiano.
La humildad fue uno de los primeros. Sin humildad no podrías haber sido salvo, porque el arrepentimiento sólo viene cuando ves qué indigno eres para el perdón.
El perdón en sí fue otro paso. Miraste al Calvario por el perdón, aprendiste a ofrecer la misma libertad a otros. Eso ha sido difícil en ocasiones, ¿no lo ha sido? ¿Recuerdo la vez que pasaste tiempo de rodillas cuando tus compañeros de clase empezaron a molestarte acerca de la Escuela Dominical? ¡Qué feliz fui cuando vi que saliste bien de la prueba!
VERSO CLAVE: El AMOR es el mayor.
Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. — 1 Corintios 13:13
Aprendiendo incondicionalmente la obediencia fue otro avance. Tu madre empezó a enseñarte eso cuando tenías casi seis meses de edad. Pero el deseo de salirte con la tuya no fue fácil de vencer. Cuando finalmente fuiste salvo, deseabas obedecer.
Hablamos acerca de la fe y algunos de los detalles en el “estante de fe,” como cuando tu abuela, al punto de la muerte, fue sanada por medio de la oración. El momento cuando oraste, y tu perro regresó a casa después de haberse ido por dos semanas. La noche que tu primo Carlos fue salvo. Aprendiste a través de la experiencia que la fe es esencial.
A través de algunos de los lugares difíciles a lo largo del camino has encontrado valor cuando tus amigos no te entendían, cuando no sabías que hacer. A través de la virtud te has mantenido sin manchas del mundo.
Nos pusimos de acuerdo que la sabiduría era importante, ¡la sabiduría apropiada! No quiere decir sacar calificaciones altas en todas tus materias de la escuela, pero la sabiduría del Cielo, discernimiento espiritual.
El dominio de sí mismo, fue para ti difícil de manejar. Para ejercitar la moderación en todas las cosas no es muy fácil. Hubieron meses cuando tuviste que luchar con el mal humor. Un tiempo cuando parecía difícil no hablar más de lo necesario. Esa lucha interior que tenías para balancear las actividades de la escuela y las responsabilidades de la iglesia. No era fácil, pero a través de ellos surgió la templanza.
Juntos con la templanza vino la paciencia. Para continuar siguiendo, una parte importante en el desarrollo del carácter cristiano.
La piedad, estamos de acuerdo, es un paso continuo que rechaza cualquier cosa que nos impida nuestro testimonio. Fortaleciste ese testimonio cuando te negaste a hacer trampas en el examen de historia la semana pasada, aunque las respuestas estuvieron circulando la clase. Lo fortaleciste cuando mantuviste tu promesa de cortar el césped de la Sra. Kilpatrick aunque tus amigos se fueron a jugar baloncesto.
Esa reflexión nos conduce a considerar el afecto fraternal. Se toma de varias acciones, grandes y pequeñas. Desde cortesías comunes a las buenas acciones más obvias. Mostraste afecto fraternal el día en que tú y tus dos amigos cortaron y transportaron leña para Ronny Barnet cuando él se lastimó su pierna y no podía hacerlo él mismo. Luego un día te vi levantar el periódico de la Sra. Olson de entre la hierba y lo llevaste a su puerta para que no se mojara más; en eso también mostraste afecto fraternal.
De manera que hablamos de muchas cosas. Pero ahora debo contestar tus preguntas: Padre, “¿qué necesito? ¿Qué es más importante?”
Las respuestas son simples. Toma tu Biblia en 1 Corintios 13. Lee cuidadosamente. Muchas virtudes grandes y dones son mencionados allí. Pero mira especialmente en el verso final de este capítulo: “Ahora permanece la fe, la esperanza y el amor, estos tres, pero el mayor de ellos es el amor.”
Amor, hijo. Amor. Oh, es sencillo cuando ves que el amor abarca todo. Sin amor, todas estas virtudes y dones no son nada. Pero con amor, ellas aumentan todo. Una vida completa y bendecida, y un hogar eterno en el Cielo.
Hijo, ¡te hablo de un amor que muchos años atrás guió a una cruz! Te amo más de lo que aun puedes saber o comprender.
Yo digo con Pablo: “Sigue tras el amor.” Búscalo, esfuérzate por el con todo tu corazón.
Algún día, hijo mío, con tu mano en la Mía, caminaremos juntos a través de los portales de la Gloria.
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: ¿Qué Es el Amor?