¡ZAPATEO! ¡ZAPATEO! ¡ZAPATEO! “¡Deja de hablar, Alicia!” Gritó la Sra. Ortiz. La clase se tranquilizó mientras Alicia se ruborizaba, y rápidamente se volteaba en su silla.
Juan y Gustavo se miraron uno al otro tratando de no reírse. Juan quería saber si Gustavo estaba pensando lo mismo que él estaba pensando. En esos últimos días ellos habían determinado que la Sra. Ortiz no era su maestra favorita. Ella tenía un temperamento horrible.
En camino a casa después de la escuela, Juan miró a Gustavo y le dijo: “Escúchame, Gustavo, nunca me hagas reír cuando la Sra. Ortiz está enojada. Probablemente me echaría del salón.”
“Supongo que no hay nada chistoso acerca de esto,” Gustavo replicó. “Pero ella se enoja tan a menudo que perece cómico. Ella puede zapatear más fuerte que cualquier otra persona que yo haya escuchado.”
“¡Ella ha tenido mucha practica!” Dijo Gustavo sonriéndose.
Los chicos se aproximaban a la casa de Juan donde su mamá estaba descargando bolsas de comida del carro. “Ven después de la cena para que disparemos algunos canastos, Juan le dijo a Gustavo. “Y recuerda, vamos a practicar el no reírnos.”
“Esta bien, ¡te veo más tarde!” dijo Gustavo. “¿De qué se trataba esa conversación?” Preguntó la Mamá de Juan. “¿No reírse? ¿Quieres decir que ustedes dos por fin se están poniendo serios?”
VERSO CLAVE: Quiero glorificar a Dios.
Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. — 1 Corintios 10:31
“Oh, tenemos miedo de meternos en problemas por reírnos cuando la Sra. Ortiz se enfada,“ dijo Juan. “Ella siempre zapatea y le grita a cualquiera que esté hablando, además, golpea sobre el escritorio por lo menos cincuenta veces al día para hacer que la clase le escuche. ¡Eso casi nos hace reír!“
“¡Wow!“ Dijo su mamá, mientras Juan terminaba la historia. “Que lastima que tu maestra se enoje tanto que no pueda controlarse. Pero ahora agarra esa bolsa con comida por mí, ¿por favor?“
Una hora más tarde, el golpeo de una pelota se oía entre las voces de los dos chicos.
“¡Vamos, tortuga! ¡Coge el balón, coge el balón! ¡No has hecho ninguna canasta y yo he hecho varias!“ Le gritó Juan a Gustavo.
Gustavo se detuvo a medio patio y comenzó a dar vueltas alrededor de su amigo. “Si yo jugara como tú . . .”
El temperamento de Gustavo se empezó a encender.
“¡Nunca jugarás como yo, no eres lo suficientemente bueno!“ Interrumpió Juan.
“Si yo jugara como tú, te ganaría . . . Sabes muy bien que has estado rompiendo todas las reglas. ¡Todos esos empujones y poniendo tus manos en mi cara! ¡Ningún arbitro te permitiría salirte con la tuya!“ Gritó Gustavo. Se puso enfrente de Juan y le arrebato la pelota. Juan dio la vuelta y vio a Gustavo en la otra esquina con la pelota arrebatada.
“¡Dame el balón y sal de aquí si vas a jugar de ese modo!“ Gritó Juan. Él se lanzó detrás del balón, se lo arrebató a Gustavo y lanzó el balón por encima de su hombro.
iCRA-A-S-S-H-H, se oyó algo quebrar, “¡Oh no!“ dijo Juan. “Los jarros con melocotones de mamá se han arruinado!“
Al escuchar la terrible conmoción la mamá de Juan corrió al garaje. Los gritos de enojo que ella había escuchado todavía sonaban en sus oídos mientras ella inspeccionaba la escena.
“¡Bien, Sra. Ortiz!“ Y echó una mirada de lado a los dos chicos. “¿Qué está haciendo en mi garaje?”
Los chicos se miraron alrededor alarmados. ¿Señora Ortiz? Ellos se miraron el uno al otro. Lentamente sus temperamentos se habían encendido igual como a la Sra. Ortiz.
“Está bien Mamá, veo lo que quieres decir.“ Dijo Juan tímidamente luego miró a Gustavo. “Lo siento. Mí boca de nuevo me metió en problemas.“
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Controlar nuestra lengua es una parte importante de la templanza. En Santiago 1:26 leemos: ‘Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.’
Dios quiere que mostremos continencia. Nunca te sobrepases en nada, ya sea comiendo, bebiendo, trabajando, jugando en la casa, en la escuela, o en el trabajo. Pablo, en su carta a los Filipenses nos da un buen consejo: “Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres“ (Filipenses 4:5).
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: ¿Cómo Reaccionarás Tú?