TEXTO: Tito 2:1-13
Las circunstancias que rodearon la buena fortuna de su amigo le enseñó a Felipe una lección acerca de viviendo en un camino fácil.
“¡VOY A SER RICO!” Dijo Braulio triunfantemente a su amigo quien estaba montado en la parte delantera de su bicicleta.
“¿De qué estas hablando? ¿Cuándo? ¿Quizá cuando tengas cincuenta años, ah?” Respondió Felipe por encima de su hombro.
Pedaleando su bicicleta hasta el camino de la entrada de la casa de Felipe, Braulio se detuvo para que su pasajero se desmontara. ”No, no cuando esté viejo. Dentro de poco, muy pronto. Voy a conseguir la mejor bicicleta que jamás hayas visto, y voy a conseguir el mejor equipo de música para mi habitación, y un . . . ”
“¿Estas soñando?” Interrumpió Felipe. ”¿Dónde vas a conseguir esa cantidad de dinero?”
”El tío de mi papá murió y le dejó un montón de dinero.” “Era el propietario de la mitad del pueblo donde vivía. ¡Te estoy diciendo, ya vamos a estar en un camino más fácil!”
En ese momento los ojos de Felipe estaban abiertos llenos de asombro. Mientras caminaban hacia la casa, Felipe habló lentamente: ”Si no te conociera tan bien pensaría que me estarías bromeando. ¿Aun vas a seguir siendo mi mejor amigo, quiero decir después que seas rico?” ”Seguro,” sonrió Braulio. ”¡Aun podría comprarte una bicicleta!”
Felipe se alegró un poco con esa información, y los dos se entretuvieron con soñar de una pista de carros de carrera mientras hablaban animadamente acerca de la buena fortuna de Braulio. Más tarde, después que Braulio se había ido, Felipe se sentó en la sala donde sus padres estaban leyendo.
“¿Papá, crees que alguna vez seremos ricos?”
Su padre bajo el periódico y preguntó: ”¿Qué tienes en mente, Felipe?”
”Bueno, ¿tienen tú o mamá algún pariente viejo y rico?” La madre de Felipe se rió: ”de todas las cosas interesantes que hay en la familia de tu padre y en la mía, me temo que el dinero no es una de ellas.”
”Mi amigo Braulio estará nadando en dinero muy pronto, y no parece justo.”
VERSO CLAVE: Yo quiero que Dios sea el primero en mi vida.
Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento. — 1 Timoteo 6:6
”Di, que eso es correcto.” ”Acabo de leer en el periódico el otro día que el señor Andrés Thomas, de la ciudad de Lincoln había muerto. Él es el tío tercero de Braulio. Era conocido como el señor del Franklin County desde que él poseyó la mayor parte de esa área.”
”Sí, y supongo que le dejó todo al papá de Braulio,” dijo Felipe tristemente.
Con una mirada seria, el padre de Felipe puso su mano sobre el hombro de Felipe. ”Hijo, sé que es fácil desear la situación en que se encuentra tu amigo. Pero dime, ¿no tenemos algo mejor en esta casa que todo el dinero del mundo o no?”
“¿Quieres decir Dios? Así supongo. Pero a veces pienso que puedes tener mucho dinero y aún ser feliz precisamente como nosotros.”
Su madre preguntó: ”¿Realmente piensas así, Hijo?” ”No veo por qué no. Quiero decir mientras seas feliz eres feliz, ¿correcto?” Con eso dejó la habitación para contestar el teléfono en la cocina. Pronto corrió muy emocionado hacia la sala.
”Mamá, Papá, ¿puedo ir a la ciudad de Lincoln con Braulio? Su padre dijo que estaría bien. Nos iremos el viernes en la tarde y estaremos de regreso la noche siguiente.”
El viernes en la tarde, en la ciudad de Lincoln, una señora mayor abrió la puerta más grande, de la casa más grande que Felipe había visto. Braulio le susurro que ella era la criada que había estado allí por más de cuarenta años. Ella les mostró sus habitaciones y después, los padres de Braulio salieron para encargarse de algunos negocios. Los dos chicos bajaron al comedor grande para cenar. La criada, la señorita Ruíz, observó la mirada atemorizada de Felipe.
“¡Qué lugar! ¿No es así, jovencito?”
“¡Sí! ¡Daría cualquier cosa por vivir en un lugar como este!“
“No si supieras lo que yo sé, no lo harías,“ la Srta. Ruíz respondió con aspecto misterioso. Felipe deseaba saber lo que ella quería decir, pero no estaba seguro si debiese preguntar. Más tarde la señorita Ruíz les llevó un pedazo de bizcocho de especias a la sala de recreación, él decidió enterarse de más.
“El señor Thomas debió haber sido un hombre muy feliz, ¿verdad señorita Ruíz?“
Ella se sentó en el sofá cerca de ellos y habló en una voz muy tranquila. “Chicos, muchas personas deseaban haber sido Andrés Thomas. Pero yo trabajé con él por cuarenta y tres años, y yo ni una vez deseé eso.“
Braulio y Felipe se miraron con sorpresa mientras ella continuaba.
“El señor Thomas tenía los bienes con que la mayoría de la gente se pasan la vida soñando. Pero no tenía la única cosa de valor que la vida tiene, la satisfacción de saber que el señor Jesucristo esta en su corazón. Oh, él podía fingirles a todos que todo estaba bien, pero yo probablemente soy una de las pocas personas que sabía la verdad. Ese hombre anhelaba la satisfacción de las riquezas, pero sólo encontró riquezas sin la satisfacción. Yo he buscado a Dios, y Él me ha bendecido sin medida. Yo fui la única que estaba allí cuando el señor Thomas murió. ¿Saben lo que dijo justamente antes de morir? Él dijo: ‘Me arrastraría sobre mis manos y rodillas por todo el mundo, y daría todo lo que poseo con tal de tener la paz que tú tienes,’ luego murió. Tal vez yo no tenga mucho en este mundo, pero tengo gozo en mi corazón. Aunque tenga que dejar esta casa ahora mismo, yo sé que tengo una mansión esperándome en el Cielo, que hará que esta parezca casa como muchas ramas y piedras.“
Felipe no estaba seguro de lo que Braulio estaba pensando, pero mientras la señorita Ruíz salía de la habitación, él supo que nunca olvidaría a la señora rica que vivió en la casa del hombre pobre.
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: ¿Cómo Debemos Vivir?