TEXTO: Marcos 5:18-20; Efesios 6:1-9
El accidente les enseñó a Ana y a David que vale la pena obedecer.
ANA MIRÓ por la ventana con sólo un pensamiento en mente. Aquellos troncos. Solamente eran un montón de troncos echados en el agua. Raíces torcidas que salían en cada dirección. Los troncos parecían un lugar perfecto para jugar. ¿Por qué le había dicho Mamá que no podía subir en ellos?
Desde que Ana, su hermano David, y sus padres habían llegado al pequeño lugar de verano a la orilla del lago, Ana había estado mirando aquel montón de leña. Pero apenas se habían instalado en la cabaña donde se hospedarían cuando su mamá ya le había dicho que no se subiera allí.
Ella se alejó de la ventana. ¿Qué tendría de malo en subir sobre unos troncos viejos? Ella se agarraría apretadamente y tendría cuidado. Un pensamiento pasó por su mente, y ella reflexionó por un momento. No se había empezado a oscurecer todavía, así que les dijo a sus padres que iba a dar un paseo.
“¡David, tengo una idea!” Ella le habló al oído. “¡Vamos afuera y te lo diré!”
Un momento más tarde los dos corrieron a lo largo de la arena hasta llegar a los troncos.
Trepar sobre ellos era tan divertido como ella pensó que sería. En pocos minutos ella le dio a David el último empujón y los dos se balancearon sobre los troncos. ¡Era tan tranquilo y pacífico, y ¡qué vista! ¿Por qué no trata Mamá de subir acá y ver que fácil, y divertido que es? ¿Qué habría de malo en subir aquí?Ana se sentó allí disfrutando de su “Victoria” de haber alcanzado la cima, y deseando un poco que alguien pudiera verla ahora. “Bien,” dijo por fin “creo que debemos empezar a bajar antes que alguien nos vea.”
VERSO CLAVE: Realmente, vale la pena obedecer.
Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo. — Jeremías 7:23
¡Luego sucedió! Ana se resbaló, y en un momento ella estaba metida en medio de todos aquellos troncos viejos, con sangre brotando de una herida horrible en su pierna. Ella empezó a llorar. “David, busca a Mamá y a Papá,” ella le dijo. No había pasado mucho tiempo cuando sus padres la estaban llevando lentamente a la cabaña. La herida era demasiado profunda para vendarla apropiadamente, así que se montaron en el carro y fueron a la oficina de la montaña para buscar los primeros auxilios. “Pasará un buen tiempo antes que sane completamente,” advirtió el gerente del lugar de verano, “y probablemente quedará una cicatriz. Mientras tanto, vas a tener que evitar estar de pie por varios días para darle tiempo para que sane.”
La mañana siguiente después del desayuno, el papá de Ana buscó a Efesios 6:1 en su Biblia y leyó: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.” “¿Qué significa obedecer?” Bueno, no siempre será haciendo las cosas justo de la manera que deseas, pero es importante seguir instrucciones y hacer lo que se nos dice de todos modos. Muchas veces eso no esta de acuerdo a tu punto de vista, “¿no es así?” Preguntó su papá. Ana bajó la vista y asintió su cabeza indicando que sí.
“Eso no es inusual” le dijo su papá. Es parte de la naturaleza humana. Desde ese día en el Jardín del Edén cuando Eva desobedeció a Dios, eso ha sido verdadero. Algo surge en el interior y desea tener su propia manera, pero Dios puede quitar eso fuera del corazón de una persona.
“Mira algunos ejemplos en la Biblia donde las personas obedecieron y fueron bendecidas. ¿Recuerdas a Naamán? Cuando él obedeció y se sumergió siete veces, él fue sanado. Abraham fue bendecido en ser el padre de una nación. Se propuso a obedecer a Dios aun cuando significaba la vida de su hijo. Moisés obedeció y a través de él Dios obró muchos milagros.
“En el Nuevo Testamento, ¿recuerdas al hombre que fue sanado de los malos espíritus que lo poseían? ¡Después él deseaba seguir a Jesús dondequiera que Él iba. Sin embargo, Jesús le dijo que se quedara en casa y les dijera a sus amigos las cosas grandes que el Señor había hecho por él, y ¡él obedeció!
“Ves, no solamente son los niños que deben de aprender a obedecer. Aun como adultos es necesario obedecer. Obedecemos a Dios siguiendo las instrucciones que Él nos da en la Biblia, y por hacer cualquier cosa que Él nos revela o nos guía a hacer. Obedecemos a nuestros ministros y seguimos los principios directivos de nuestras iglesia porque Dios ha dado al ministerio para velar por nuestras almas. También obedecemos y seguimos las reglas de nuestro país.
“Cómo tu papá, yo necesito enseñarte a ser obediente. Cada día cuando despierto le pido a Dios que me guíe durante todo el día y me muestre qué cosa quiere que yo haga. Yo oro por ustedes también, Ana y David, para que Dios los guíe. Quiero ser un padre fiel a ustedes, y para guiarlos e instruirlos en el camino correcto. Es el plan de Dios que los niños obedezcan a sus padres y que sus padres obedezcan a Dios. Piensa en la obediencia que Dios requirió de Su propio Hijo Jesús. Él dejo que lo clavaran en la Cruz hasta morir.”
Las lágrimas corrieron por la cara de Ana. “Mamá y Papá, perdónenme,” dijo ella. Luego inclinó su cabeza y derramó su corazón a Dios, la paz y el perdón de Dios llenaron su corazón y sus lágrimas se convirtieron en regocijo. Ella sabía que de ahora en adelante trataría de obedecer a sus padres.
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: ¡Abre el Corazón de la Felicidad!