TRATA DE IMAGINAR por un momento, todo un ejército yendo a una guerra a pie, sin pistolas, espadas o escudos, y sin nada que los proteja. No parece una buena idea, ¿cierto? Sin duda un comandante no consideraría tal plan de acción. Esto significaría una derrota. Pero esto sucedió en los tiempos Bíblicos, y no solamente esto, sino que estos soldados ¡GANARON la batalla! ¿Cómo pudo suceder tal cosa? El ejército tenía una “arma” especial de su lado. ¡Dios estaba con ellos! Y eso hizo la diferencia.
¿Sabes que algunas veces cuando se siente y parece que todo va en contra de nosotros, puede ser que el resultado sea todo lo contrario? Si Dios está de nuestro lado las cosas pueden estar sucediendo para nuestro provecho.
En el libro de Jueces, leemos acerca de una mujer llamada Débora. Dios la señaló como Jueza de los hijos de Israel. El pueblo la amaba y confiaba en ella, y venían de lejos y de cerca para pedirle consejos. Ellos sabían que Dios estaba con ella y que Él la ayudaba en sus decisiones.
Un día Dios la mandó a guiar a los hijos de Israel a la batalla contra los canaanitas. Débora llamó a Barac, y lo hizo general del ejercito. Sin embargo, había un problema, y era uno GRANDE. Los israelitas no tenían caballos ni carros. Ellos ni siquiera tenían armas o munición. ¿Cómo podrían pelear? Ellos sabían que el ejercito de los canaanitas tenían 900 carros herrados. A primera vista los israelitas no tenían una oportunidad de ganar.
VERSO CLAVE: ¡Quiero estar vigilante! Jesús es mi fortaleza.
He aquí Dios es salvación mía: me aseguraré y no temeré. — Isaías 12:2
Pero Débora sabía que no tenían nada que temer, con Dios de su lado. Ella estaba segura que si Dios les dijo que fueran y pelearan esta batalla, Dios estaría allí para ayudarles a ganar. Ella sabía que Dios podía hacer lo imposible.
Barac estaba dispuesto a ir a la batalla para sacar a los hijos de Israel de la esclavitud, pero no podía depender de su ejército para ganar. Él sabía que para ganar, Dios tenía que ir con ellos. Él quiso también que Débora fuera con ellos como representante de Dios. Barac le dijo si tú fueres conmigo, yo iré; pero si no fueres conmigo, no iré. Él creyó que sólo Dios podía ganar esta batalla por ellos. De manera que Débora fue.
Ese día, el Señor les dio una gran victoria. Los canaanitas fueron totalmente destruidos y la paz llegó a la tierra de nuevo. Débora sabía sin duda, que Dios estaría con ellos y les daría la victoria, ¡y así lo hizo!
Nosotros debemos comparar nuestra vida cristiana con una batalla. Tendremos que enfrentar algunas situaciones difíciles, cuando el enemigo de nuestras almas viene contra nosotros con su “artillería pesada.” Él quiere ganar esta batalla, y usará cualquier táctica. Puede ser una enfermedad seria, o un dolor severo. Posiblemente aquellos que pensamos que son nuestros amigos, se pongan en contra nuestra, hablan de nosotros o nos ignoran. Tal vez un viaje planeado por mucho tiempo, o un plan especial para el verano, o una meta establecida en la escuela se nos caiga. O, quizás estés adolorido por la perdida de algún ser querido.
El diablo sabe exactamente cuando atacar, pero él no puede competir con nuestra armadura, ¡el poder de la oración! Si Dios está al control de nuestras vidas, Él estará allí para ayudarnos en cualquier batalla. Si dejamos que Él pelee nuestras batallas grandes, al igual que las pequeñas, la victoria final será nuestra, aun cuando no lo parezca al momento. Él nos prometió estar con nosotros, podemos confiar en Él. Y como dice nuestro verso clave, cuando confiamos en Él, no debemos de temer.
Jesús quiere dirigir tu vida. Si le pides que entre a tu corazón, Él entrará y tomará el control. Algunas veces parecerá que estamos solos cuando llegan los problemas, pero podemos confiar en Dios, que nos guiará en el camino correcto. No debemos de temer, porque sabemos que si “Dios es con nosotros ¿quién contra nosotros?”
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Débora Confió en Dios