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La Llave Perdida

Currículo
Respuesta para Estudiantes
18
TEXTO: Lucas 2:21-40

El pánico se apoderó de Nicolás. Él sólo tenía diez minutos para encontrar la llave perdida.

“¡OH NO!” exclamo Nicolás cuando vio su chaqueta tirada en el suelo cerca de la ventana del comedor. Antes de recogerla, tuvo un presentimiento terrible de lo que iba a descubrir.
Con seguridad la llave no estaba en su bolsillo.
“¡Juan Carlos!” gritó, con desesperación en su voz. “¡Juan Carlos. . . Ven aquí este mismo instante!”
Una cabeza rubia apareció por la puerta de la cocina. “¿Qué quieres?” preguntó inocentemente el hermanito de Nicolás de tres años de edad.
“¿Juan Carlos, moviste mi chaqueta?”
Juan Carlos miró a su hermano y indicó que sí con su cabeza, sola una vez.
“¿Qué hiciste con la llave que estaba en mi bolsillo?”
“¿Llave?” Juan Carlos lo miró confundido.
“¡Tú sabes, llave!” dijo Nicolás impacientemente. “Estaba en el bolsillo y ahora no aparece. ¿Dónde está?”
Juan Carlos se quedó en silencio, mirando en el vacío.
“Vamos, Juan Carlos. Es la llave de la iglesia y tengo que encontrarla. ¿No puedes recordar que hiciste con ella?”
Juan Carlos inclinó su cabeza a un lado, mientras Juan Carlos consideraba el problema en que se había metido. De pronto sonrió y dijo: Se la di de comer a mi oso. Y dijo triunfantemente.

VERSO CLAVE: Quiero estar vigilante!Dios siempre cumple sus promesas.
Ninguna palabra de todas sus promesas . . . ha faltado. — 1 Reyes 8:56

“Juan Carlos,” dijo Nicolás en voz alta. “La señora Sarti me recogerá en diez minutos para el ensayo del coro juvenil. Papá me dio la llave para abrir la puerta, y me dijo que no la perdiera. “¿Ahora, va parecer que el hijo del Pastor no puede guardar la llave ni por una hora?” Se agachó al lado de su hermanito.  Y le pregunto: “¿Dónde está el oso?”
Juan Carlos frunció los labios y con tristeza le dijo: “No sé,” finalmente anunció el niño con tristeza.
Nicolás suspiro, luego se levantó y buscó por de la ventana, metiendo sus dedos debajo de la alfombra. Entró en su dormitorio donde había puesto la chaqueta después de poner la llave en el bolsillo. No estaba en la cama, ni en el piso, ni en la sala.
Y mientras seguía buscando un pensamiento se le vino a su mente. “Buscad y hallaréis . . .” “¡Bueno, estoy buscando, se dijo a sí mismo! ¡Ahora espero encontrar!”
De repente, fue como si una campana tocara en su mente. ¿Crees qué las promesas de Dios son validas hoy? Las palabras hicieron eco en su mente. Se detuvo bruscamente en medio de la sala. “¿Creo?” Se preguntó él mismo.
El domingo pasado aprendimos la historia de Simeón y cómo él vio cumplirse la promesa de Dios cuando él tomó al niño Jesús en sus brazos. “Simeón creyó en Dios,” Su maestra lo había dicho, “y Dios fue fiel a su promesa.” Entonces hizo esta pregunta: “¿Creen que Dios cumple hoy sus promesas?”
Otra promesa que él había aprendido se le vino a la mente de Nicolás. “Mi Dios pues suplirá todas nuestras necesidades.” Bueno, él necesitaba encontrar esa llave, y pronto.
Dentro de unos minutos la Sra. Sarti vendría a buscarlo.
Si él realmente creía, que Dios podía solucionar su problema, lo mejor que él podía estar haciendo era empezar a prepararse para salir. Aun cuando no supiera donde estaba la llave. Lentamente recogió su chaqueta y metió sus brazos en las mangas. Entonces, de pronto, cerró sus ojos. “¡Dios tú sabes que necesito esa llave. Papá le dijo a la Sra. Sarti que yo la llevaría, y todos los otros jóvenes estarán esperando. Por favor ayúdame a encontrarla!”
Fue al armario del pasillo, y sacó la chaqueta de Juan Carlos. “Ven, Juan,” llamó a su hermano, quien estaba sentado en una esquina de la sala con un libro mientras Nicolás estaba buscando la llave. “Ven, ponte tu chaqueta. La Sra. Sarti te va a dejar en la guardería de niños cuando lleguemos a la Iglesia.” Mientras le arreglaba la gorra a su hermano, preguntando de nuevo, “¿Te acuerdas donde está tu oso?”
Juan Carlos dijo:  “Sí, está durmiendo.”
“¿Durmiendo, en dónde?” Preguntó Nicolás esperanzado.
“En la cueva del oso.”
¿Cueva? Pensó Nicolás. Cueva. ¿Dónde habrá una cueva? Y mirando alrededor de la sala. Se le vino una idea a la mente  . . . Busca en los cojines del sofá.
Fue al sofá. Y en un segundo, Juan Carlos estaba a su lado.
“¡Cueva!” miró a su alrededor.
“¿Es aquí. . .?” apenas habían salido las palabras de su boca cuando Nicolás vio al oso, acostado sobre su estómago cerca del brazo del mueble. Lo levantó y con toda seguridad, debajo del estómago afelpado estaba la llave.
“¡Sí!” exclamó Nicolás, agarrando la llave en alto. “¡La hemos encontrado!” ¡Y en ese preciso instante sonó la bocina del carro de la Señora Sarti, indicando que ya había llegado! ¡Gracias, Señor!

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Vale la Pena Esperar