“¡HOLA ABUELO!” Carlos daba la bienvenida con una sonrisa a su abuelo. El abuelo se acerco hacia la roca donde Carlos estaba sentado. Carlos se movió un poco para que el abuelo se sentara junto a él. Su abuelo se acomodó en el pequeño espacio al lado de Carlos. “Estoy muy contento de que el tiempo se hay puesto agradable en tu primera tarde con nosotros, Carlos. Podrás entretenerte hoy.”
“¡Mira! Los ojos de Carlos miraban con emoción. “¡Que tremendo! ¡Esa si que fue una ola grande! Mira la espuma que cubrió esa roca grande. Este es un lugar agradable, Abuelo. Escogiste un lugar excelente para jubilarte.”
Los dos permanecieron sentados juntos por varios minutos, mirando como una ola tras otra bañaban las rocas delante de ellos. Finalmente, el abuelo habló de nuevo. Tu abuela me dijo que íbamos a cenar a las 5:30 p.m. son ya las 5:00 p.m. “¿Qué te parece si vamos y le ayudamos un poquito?”
“Esta bien Abuelo, volveremos mañana por la mañana. Dentro de poco estará oscuro.”
La mañana siguiente Carlos despertó, ansioso por caminar en la playa y mirar las olas. Pero cuando miró por la ventana de su dormitorio, para su decepción, había una densa niebla sobre el agua, escondiendo todas las rocas cercanas y apagando el sonido de las olas. Me parece que esto no será tan perfecto después de todo, pensó mientras se retiraba de la ventana y comenzaba a vestirse para ir a desayunar.
VERSO CLAVE: Puedo ser feliz con Jesús.
Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis. — Juan 13:17
El abuelo vio la mirada decepcionada de Carlos cuando entró en la cocina. “Está un poco triste el día,” comentó el abuelo.” “Pero probablemente se aclare ya al mediodía.” Carlos volvió a sentarse esperanzado. ¡Quizás este sea un fin de semana divertido después de todo!
Cuando terminó de desayunar, el abuelo extendió la mano para tomar la Biblia y la puso a su lado, y leyó en voz alta una porción del Sermón del Monte. Al terminar cerró la Biblia, pero se dio cuenta de que Carlos estaba un poco confundido. “¿Hay algo que te preocupa, Hijo?” Preguntó cariñosamente.
“No realmente,” contestó Carlos con un suspiro. “Es que . . . Bueno, estoy teniendo dificultad tratando de comprender esto. Yo he memorizado las Bienaventuranzas que tú acabas de leer, Abuelo. Yo sé todas las palabras. Lo que pasa es que algunas no significan nada para mí. “Supongo que esto suena muy tonto” Carlos se detuvo, de repente, avergonzado por lo que él estaba diciendo.
El Abuelo sacudió la cabeza lentamente y dijo: “No, Carlos, no suena tonto. En realidad, aprendemos más cuando nos damos cuenta que no tenemos todas las respuestas. Si has terminado de comer, agarra tu chaqueta y salgamos afuera. Hay algo que quiero que veas.”
Carlos fue a su habitación a buscar su chaqueta, y luego salió corriendo a buscar al abuelo, quien estaba de pie a la entrada del sendero que conduce a la playa. Juntos se dirigieron a la arena.
Después de varios minutos, el Abuelo señaló delante de ellos.
“¿Recuerdas las rocas grandes que vimos anoche, y cómo las olas las cubrían? Míralas ahora.”
Carlos miró fijamente a través de la neblina. Las rocas grandes estaban rodeadas de neblina y arena, el océano retumbaba a una distancia detrás de las rocas. Al acercarse, él vio otras rocas, pequeñas que no había visto cuando la marea estaba más alta.
El abuelo continuó: “Esas rocas permanecen allí año tras año. Las tormentas las golpean, pero ellas nunca se mueven. Algunas veces tú las ves, otras veces están escondidas por la neblina. Pero tú sabes que siempre están allí.
Carlos asintió con su cabeza, y miró a su abuelo con expresión confundida.
“Carlos los principios que Jesús enseñó en las Bienaventuranzas tienen un poco de semejanza con las rocas. Siempre son las mismas, y siempre están allí. Quizás no entendamos lo que significan, de la misma manera en que nosotros a veces no vemos las rocas allá afuera. Leemos las palabras, y puede que tengamos una idea, pero sentimos que hay más de lo que estamos viendo. A veces creemos que sabemos, y luego aprendemos qué significa más de lo que nosotros pensábamos.”
“Así que no te sientas mal porque no entiendes como un adulto lo que significan las Bienaventuranzas. Al crecer aprenderás más de Dios, tu entendimiento de la Palabra de Dios crecerá. Ahora sabes qué. Vamos a ayudar a la Abuela con los platos, luego nos sentaremos y estudiaremos las Bienaventuranzas con Palabras que tú puedas entender. Quizás cuando terminemos, se habrá desvanecido la neblina y podremos divertirnos allá afuera de nuevo.”
Jovénes: Miren la página de la actividad de esta lección para ver en que quedaron el abuelo y Carlos.
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Cómo Encontrar la Felicidad