¿ALGUNA VEZ HAS PENSADO si Dios realmente tiene cuidado de ti? José, el hombre que Dios es-cogió para criar a Su Hijo aquí en la tierra, experimento de manera dramática la dirección providencial de Dios. Vamos a tratar de imaginarnos cómo se sintió José cuando vino el ángel y le dijo que llevara a María y al niño Jesús a Egipto.
Froté mis ojos por el sueño. Todavía quedó un resplandor en el cuarto donde María y el niño Jesús estaban durmiendo. La imagen del ángel de pie a mi lado era clara en mi mente. Las palabras de su mensaje ardían en mi memoria. ¡No había tiempo que perder! De pronto levanté la lámpara de aceite y moví a María que estaba durmiendo.
“¡María!” le hablé con urgencia. “Vino un ángel con un mensaje de Dios. Tenemos que dejar este lugar ahora mismo. El rey Herodes va a tratar de matar al niño Jesús.”
VERSO CLAVE: Dios cuidará de mí.
Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos.— Salmo 91:11
Sobresaltada, se sentó en la cama. “José, ¿Dónde podemos ir?” Sus ojos estaban abiertos, con desaliento.
“El ángel dijo que fuéramos a Egipto,” le contesté. “Debemos quedarnos allá hasta que el ángel nos traiga palabras y nos diga cuando podremos regresar.”
María no lo pensó dos veces. Rápidamente comenzó a recoger lo poco que tenía. Yo fui al estante donde estaban los obsequios de oro, incienso y mirra. Fueron obsequiados por esos reyes magos del oriente. De repente sobrevino un sentimiento de asombro. Necesitaremos dinero para nuestro viaje y nuestro hospedaje en Egipto. ¡De manera maravillosa Dios había provisto, antes de que supiéramos que tendríamos necesidad!
Envolví cuidadosamente los obsequios y los coloqué en el fondo del bolso.
Caminé hacia la puerta, y a fuera contemplé la noche serena. Las calles estaban tranquilas. Nadie nos verá salir. ¿Qué nos traerá este viaje? No estaba temeroso, Dios había estado tan cerca de nosotros desde aquella noche cuando por primera vez se me apareció el ángel y me dijo que el pequeño Jesús iba a ser un Niño especial. Mientras estuve allí, recordando aquella noche, María se acercó a mi con el Niño durmiendo cuidadosamente en sus brazos. Estamos listos para salir.
El tiempo pasó con rapidez después que llegamos a Egipto. Sin embargo, recordaba muy bien el viaje. Que responsabilidad impresionante sentí cuando llevaba a María y Jesús del pueblecito de Belén. Aun, la mano protectora de Dios estaba sobre nosotros. Los soldados no se detuvieron para interrogarnos, queríamos llegar seguros a Egipto. De manera maravillosa Dios había tomado cuidado de nuestras necesidades. No tuvimos ninguna necesidad durante todo ese tiempo.
Ahora estamos viajando una vez más. El ángel regresó, tal como había dicho que lo haría, y trajo noticias de que el rey Herodes había muerto. Nuestro hijo precioso esta salvo de su ira. Yo sabía que Dios no nos habría hecho regresar a nuestra ciudad, a menos que no estuviera en Sus planes para nosotros. Por fin podemos regresar al hogar. ¡Que felicidad sentimos en nuestros corazones en aquel día!
Al mirar al pequeño Jesús, moviéndose a mi lado, mi corazón se llenaba de agradecimiento. Cuán bueno ha sido Dios conmigo. La responsabilidad de criar a Su Hijo . . . ¡Que alegría el saber que el Padre Celestial está cuidándonos a todos!
De la misma manera que José sintió el cuidado de Dios para María, Jesús, y él mismo, así nosotros podemos sentir el amor de Dios hacia nosotros. El amor de nuestro Padre Celestial es aun más grande que el amor de nuestros padres del mundo. Su dirección y protección nos es prometido, aun cuando desconocemos que el peligro está cerca.
Habrán momentos cuando experimentemos la protección de Dios sin saber que la necesitamos. Pero tenemos la promesa en la Palabra de Dios que Él enviará a sus ángeles para que nos protejan.
Donde quiera que estemos, no importa lo que estemos haciendo, montando una bicicleta por la calle, volando a través del país visitando a los abuelos, o simplemente subiendo a un árbol, en el patio, Dios estará con nosotros.
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Protección Especial