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Su Primer Milagro

Currículo
Respuesta para Estudiantes
23
TEXTO: Juan 1:35-51

En la boda de Caná vimos su primer milagro.

ME DIJERON MÁS TARDE que su nombre era Jesús. Pero yo nunca lo había visto antes del día de la boda en Caná.
Yo sabía que Él era diferente a los demás en el momento en que lo vi. El patio estaba lleno de gente, pero Jesús se destacaba entre los demás. No fue su apariencia física, no había nada extraordinario acerca de eso. Fue su porte, cierto aire suave de autoridad. El grupo de hombres que estaban cerca escuchaban atentamente lo que Él decía. Y yo me preguntaba quién podría ser Él.
Caminé entre la multitud de invitados, llevando con equilibrio mi bandeja llena de granadas e higos tratando de evitar ser empujado. Demitrio, el sirviente principal, vino hacia mi, con el ceño fruncido de preocupación. Casi antes de llegar donde yo estaba sus palabras desesperadas comenzaron a salir de su boca. “¡Ahia, vengo ahora mismo del almacén y ya no tenemos vino! ¡No lo puedo creer! Revisamos la cantidad y teníamos suficiente. “¿Qué vamos a hacer?” Lo miré preocupado. “¿Estás seguro?” ¡Todavía nos faltan dos días más de celebración!”
Al intercambiar esta conversación algunas personas miraron hacia nosotros. De repente me di cuenta que aquel hombre a quien yo estaba mirando estaba cerca de nosotros. Era obvio que Él y sus amigos se habían dado cuenta de lo agitado que estaba Demitrio y por casualidad oyeron nuestra conversación.

VERSO CLAVE: Yo obedeceré a Jesús.
Haced todo lo que os dijere. — Juan 2:5

La mujer que estaba al lado de Jesús lo tocó suavemente en el brazo y le dijo: “Ellos no tienen vino.”
No estaba completamente seguro lo que Él qui-so decir cuando Él le dijo a la mujer que su hora no había llegado todavía. Pero ella parecía saber, ella se volvió a nosotros y en voz suave nos dijo: “Hagan todo lo que Él les diga.”
Demitrio escuchó sus palabras, y brevemente se inclinó a la mujer con cortesía. Pero él estaba enfrentando un dilema en su mente, y una vez más en medio de su desesperación brotó un torrente de palabras. “¿Qué va a decir el novio cuando le diga que ya no tenemos vino? ¡Esto es terrible! “¿Qué vamos a hacer?”
Una voz calmada lo detuvo. “Llenen estas tinajas con agua.” Era Jesús, señalando a las seis tinajas de piedra que estaban en línea en el patio. Demitrio lo miró con asombro, y dijo ¿Entonces debo llenar las tinajas con agua? ¡Eran grandes! Y, además, nosotros no necesitamos agua, ¡necesitamos vino!
La mujer se había apartado y Jesús no nos estaba mirando, porque estaba ocupado en una conversación con uno de los invitados. Pero las palabras de la mujer parecían estar en el aire. “Hagan todo lo que Él les diga.” Lentamente, casi como si no estuviera seguro de lo que estaba haciendo, Demitrio les hizo seña a los demás sirvientes. Cuando nos juntamos cerca de Demitrio él nos explicó qué debíamos hacer.
Estábamos todos confundidos, pero sin hacer preguntas comenzamos todos a obedecer. No dijimos una sola palabra fuimos al pozo, rápidamente, y comenzamos a sacar agua. Llenamos cada una de las tinajas, hasta el borde.
Cuando terminamos, fui donde Demitrio y le susurré al oído diciéndole que la tarea estaba cumplida. Jesús parecía no mirarnos, pero casi de inmediato dio unos pasos hacia nosotros. Sonriendo, habló de nuevo, y lo que dijo era igual o más sorprendente que su primera orden. “Saquen un poco ahora, y llévenlo al maestresala.”
¿Agua? ¿Al maestresala? Pero Demitrio no interrogó al hombre. Él llenó una copa de una de las tinajas de agua y me lo entregó. Llevé la copa al maestresala y me quedé mirando con expectativa mientras él probaba el agua . . .¿vino? Él volvió a mi con una sonrisa extraña, luego llamó al novio y lo felicitó. “La mayoría de las personas sirven el mejor vino al principio de la fiesta, pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora.”
El milagro era obvio. El agua que habían puesto en las tinajas hace solamente unos minutos había sido transformado. ¡Era vino! Puro y dulce, su delicado aroma a uvas frescas, flotaba por el aire atravesando el patio. Así que, llenamos todos los cántoros y comenzamos a servirlo a los demás invitados.
Ese fue el día que yo vine a ser un creyente. A causa de su preocupación por nosotros y Su milagro asombroso, yo nunca podré dudar de que Jesús es exactamente quien dice que es el Hijo de Dios. Que contento estoy porque hice lo que Él dijo que hiciera.
¿Qué hubiera sucedido si Demitrio, Ahia y los demás sirvientes en nuestra historia hubieran ignorado el mandato de Jesús? ¿Crees qué es importante hoy día obedecer la Palabra de Dios? La obediencia es la llave que nos asegura lo que que-remos de Dios. ¿Estás usando esa llave?

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: El Primero de Muchos