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¡Jorge, Pon las Cosas en Orden!

Currículo
Respuesta para Estudiantes
132
TEXTO: 2 Crónicas 5:11-14; Mateo 21:12-16

El resto de la clase sabía que Dios espera que respeten Su casa.

EL AVIÓN HECHO DE PAPEL voló por el aire, luego bajó de prisa y por poco hizo un blanco en el rostro de la señorita Martín. Ella titubeo brevemente en la lectura de la historia de La Respuesta, y varios de los estudiantes le dieron una mirada de censura a Jorge, quien había hecho el avioncito del papel. Luego la señorita continuó la lectura.
“Josías podía escuchar las campanas desde el otro lado de la cortina gigante. Él sabía que Séfora, el sumo sacerdote, todavía estaba vivo.”
La clase quedó encantada, menos Jorge quien nunca se mantenía tranquilo por mucho tiempo.
“Detrás de la cortina estaba el lugar Santísimo. A pesar de que él era sacerdote, Josías no podía entrar allí. De hecho el sumo sacerdote era la única persona autorizada a entrar en el lugar. Y sólo podía entrar una vez al año, en el Día de Expiación de los Pecados. Él estaba ahí ahora, salpicando sangre de la ofrenda de los pecados. Josías escuchaba atentamente por el sonido de las campanas. ¿Todavía se estaba moviendo Séfora ahí adentro? Si él hacía algo indebido, morirá instantáneamente!
“¡Wao!” Jorge exclamó mientras cruzaba los pies y los subía sobre la silla que estaba delante de él. “Eso debió haber sido espantoso, pensar que Dios podía matarte si no te comportabas bien en la iglesia. Estoy contento que ya no es así hoy en día.”
“¿Qué crees que ha cambiado desde entonces, Jorge?”
“Oh, muchas cosas.” Explicó Jorge. “Bajo la Ley antes que viniera Jesús al mundo existían varias cosas que uno debía hacer y de cosas que uno no debía hacer. Jesús cambió todo eso.”
“En parte tienes razón, Jorge.” Dijo la señorita Martín. “Jesús sí vino a cumplir la Ley de Moisés. Y la Ley era muy estricta. En aquellos tiempos atrás bajo la Ley si tú no hacías lo que tu padre y tu madre te ordenaban, te podían matar.”

VERSO CLAVE: La Iglesia es la Casa de Dios.
Mis días de reposo guardaréis, y mi santuario tendréis en reverencia. Yo Jehová. — Levítico 19:30

“¡Estás diciendo tonterías!” Sé oyó decir desde el otro extremo del salón.
A nadie en la clase le agradaba mucho esa idea. La maestra continuó. “Pero a Jesús sí le importa mucho cómo se comportan las personas en la casa de Dios. La única vez que la Biblia nos dice que Jesús hizo algo violento fue cuando la gente estaba usando el templo como no debían. Él entró al templo y vio a la gente comprando y vendiendo animales para sacrificios e intercambiando dinero. ¿Qué supones tú que Él hizo?”
“¿Les dijo que se fueran?” Preguntó Rut.
“Más que eso.” Respondió la señorita Martín. “Él volteó sus mesas y las echó fuera.”
“Yo no pensé que Jesús haría algo semejante.” Dijo Gerardina.
“Él no hizo algo semejante por alguna otra razón.” La señorita Martín explicó. “Esto demuestra que importante Jesús piensa que es respetar la Casa de Dios.”
Jorge no se iba a tranquilizar fácilmente. “Pero eso era en una iglesia grande y bonita.” Dijo él. “Solo lo que nosotros tenemos es una pequeña iglesia chiquita.”
“A Dios no le importa que tan grande iglesia tengamos.” La señorita Martín explicó. Ella abrió su portafolio y sacó una foto del templo de Salomón. “Este fue el templo más lujoso y más caro que jamás se construyó. Todas las piedras fueron cortadas y talladas antes de traerlas al lugar de construcción. Cuando los hombres terminaron de poner estas piedras en su lugar las cubrieron con oro. Les tomó a los hombres de Salomón siete años para construir el templo. Aún así cuando el templo fue terminado, él le dijo a Dios que él sabía que aun no era lo suficiente bueno para Él. Pero de favor él le pedía a Dios, que contestara las oraciones que eran hechas desde ese lugar. A Dios realmente no le importa la estructura de la iglesia. Pero sí le importa cómo actuamos en ella.”
Jorge aún no había terminado. “Pero este es sólo un salón para la Escuela Dominical, no es el segundo nivel donde se escuchan los servicios de la iglesia. Deberíamos poder hacer cualquier cosa que queramos aquí.”
“Cada salón es parte de la casa de Dios.” Respondió la maestra suavemente.
“Sí.” Respondió Jorge. “Pero Jesús está arriba en el Cielo. Él no está en los alrededores chequeándonos.”
El resto de la clase sabía mejor que eso y le pusieron las cosas en claro a Jorge. “Jesús dijo que si dos o tres se reúnen en su nombre Él estará ahí con ellos.” Julia dijo, y los otros estuvieron de acuerdo.
Jorge se mantuvo callado.
“Así que . . . ” dijo Julia. “¡Mas vale que te comportes bien, Jorge!”

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Las Camisetas Nos Dicen . . .