JOSÉ FRUNCIÓ el ceño mientras trataba de ajustar el mechero de Bunsen debajo del vaso de laboratorio en la clase de química. “Tomás, la llama no está lo suficientemente alta. Nunca lograremos calentar estos químicos lo suficiente. Permíteme usar uno de tus libros para que sirva de apoyo y acercar la llama más al vaso de laboratorio. Ese libro es del tamaño exacto.” José agarró la Biblia de Tomás la cual estaba encima de su rima de textos. Los ojos de Tomás se abrieron en asombro. Él le arrebató la Biblia en el momento en que José estaba apunto de ponerla debajo del mechero. “¡No puedes usar la Biblia para eso!” Dijo Tomás. Mientras halaba el brazo hacia atrás su codo se topó contra el vaso de laboratorio y sé oyó un ruido que algo se había quebrado en el suelo. ¡El vidrio y los elementos químicos calientes se esparcieron por todas partes!
José le gritó a Tomás: “Mira lo que has hecho. ¡Ya nos va a caer!”
“Lo siento. Fue un accidente. Pero tú no puedes usar la Biblia como un apoyo.”
“Yo no veo porque no. ¿Qué diferencia hace?” “Shhh, te lo diré más tarde, ahí viene el señor Ávila.”
Esa tarde José se subió al autobús y buscó a Tomás en los asientos. Localizando a Tomás en la tercera fila de asientos de atrás hacía adelante. José se sentó de un golpe en el asiento que Tomás le había reservado.
VERSO CLAVE: La Biblia es mi libro favorito.
No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. — Mateo 4:4
“¿Ahora me puedes explicar de qué se trató toda esa situación en la clase de química esta mañana? Sólo quise utilizar unos de tus libros para apoyar el mechador y luego me di cuenta que los químicos del experimento se regaron por todo el piso. Ahora tendremos trabajo extra de limpieza después de clases por una semana.”
“Oye, realmente lo siento, José, ¡pero ese libro era la Biblia! ¿No te das cuenta que no se utiliza la Santa Palabra de Dios de esa manera?”
“La Biblia es sólo otro libro, así que, ¿por qué toda esa alteración?” Preguntó José.
“La Biblia no es sólo un libro, ¡es el libro más importante en el mundo! No es como cualquier otro.” Dijo Tomás.
“Bueno, ¿y qué lo hace tan especial?” Preguntó José.
“Los escritores de la Biblia fueron dirigidos por Dios mismo para escribirla. La Biblia dice que todas las Escrituras son dadas por la inspiración de Dios. Así es cómo Dios nos ha dado las instrucciones para que vivamos de la manera en que Él nos manda que vivamos en este mundo, y también nos informa cómo prepararnos para el Cielo.”
José se miraba como si estuviera dudando. “Mi papá dice que partes de la Biblia se contradice con otras partes. Así que ¿cómo puedes creer en ella?”
“José, ¿haz leído la Biblia alguna vez?”
“Bueno, no.”
“Tú la deberías de leer, te ayudará a cambiar de opinión. De hecho, la Biblia es perfecta. Los cuatro Evangelios—Mateo, Marcos, Lucas, y Juan—ofrecen cuatro puntos de vista distintos de la vida de Cristo. Cada punto de vista complementa al otro y ofrece con exactitud un retrato de la vida y la enseñanza de Jesucristo.”
José sacudió la cabeza: “Yo no creo que podría creer en la Biblia cómo tú. Mi papá dice que solamente es historia judía.”
“¿Crees en la historia de la Navidad—el nacimiento de Jesús en un establo?”
“Por supuesto. Lo único es que yo no creo en todas las demás cosas.”
Tomás tomó sus libros de química. “¿José, cuando tú lees los capítulos que el señor Ávila asigna, pasas por cada capítulo diciéndote a ti mismo, voy a creer lo que dice esta página pero no lo que dice la otra página?”
“Eso es una tontería, tú sabes que yo no hago eso.”
“Entones ¿cómo puede alguien escoger partes de la Biblia y creerlas? Debes creer todo lo que en ella está escrita o no creer nada.”
“Bien, tienes una buena razón, pero tengo otra pregunta para ti. Si la Biblia es un gran libro como tú lo dices, ¿cómo es posible que yo oigo tantas versiones de ella?”
Tomás respondió: “Eso es cosa del hombre, no de Dios. Dios dice si algún hombre quitare parte de la Biblia, Dios dice que quitará su nombre del Libro de la Vida.
José se sentó muy pensativamente.
Cuando los muchachos llegaron a su parada, los dos muchachos se bajaron del autobús tranquilamente y caminaron hacia sus respectivas casas. Cuando llegaron por el camino de la casa de José, Tomás se detuvo y le miró. “José, ¿por qué no vienes a la Escuela Dominical conmigo el domingo? Te daremos una Biblia. Luego cuando la leas, te darás cuenta que no es cualquier otro libro.”
ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Un Libro Especial