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La Oveja Perdida

Currículo
Respuesta para Estudiantes
178
TEXTO: Lucas 15:1-10

Alex estaba cansado, pero su interés le condujo al peligro en la búsqueda de la oveja perdida.

ALEX ESTABA CANSADO. Se paró y se estiró, sus ojos miraban las montañas ásperas que lo rodeaban. Esa tarde el sol se estaba ocultando detrás de una roca elevada al oeste, y había viento recio que halaba su capa. Era tiempo que ellos regresaran al redil.
Sus ojos miraban su rebaño: “Pasha,” llamó a su perro pastor, “ya es hora.” ¡Él miró a su alrededor una vez más y de repente se alarmo cuando no vio a su oveja! ¿Dónde está Ariel?
“¿Ariel?” él llamó. “Vamos Ariel. Ya es hora de regresa a casa.” Esperó un momento que la ovejita apareciera, pero el incesante silbido del viento y el movimiento de las ovejas eran los únicos sonidos que escuchó.

VERSO CLAVE: Jesús es el pastor bueno.
Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. — Juan 10:11

¿Podría estar escondiéndose? La idea cruzó por su mente. A ella le encantaba jugar . . . sería cosa de ella. Alex cuidadosamente buscó tras los arbustos por una pista de su paradero, pero no había señal de ella. Caminó unos cuantos pasos hasta el borde de un claro donde las ovejas habían estado y miró detrás del afloramiento de una roca que estaba parada allí como una centinela.
Pero no había ninguna señal de Ariel.
¿Cuándo fue la última vez que la vi? Pensamientos turbados pasaron por la mente de Alex. Recuerdo que la vi corriendo por esas flores hace un poco, sus piernas cortas y robustas cogiendo los rayos del sol de la tarde.
“¡Pasha!” Él se volteó hacia su perro pastor. “Regresa las ovejas. Yo tengo que encontrar a Ariel!” Deteniéndose sólo por un momento para ver si el perro había entendido y seguía la dirección correcta, se volvió y comenzó la búsqueda por las cuestas rocosas que rodeaban las praderas de las montañas.
“¡Ariel!” él llamaba a cada cuantos pasos. ”¿Dónde estás, Ariel?” La oscuridad estaba llegando de prisa y tenía que controlar la ansiedad que aumentaba en él. Si se oscurece . . . bien, él no podía pensar en eso.
En las barrancas poco profundas Alex tomó su camino, luego subió al otro lado, cuidadosamente buscando tras cada roca o arbusto. ¡Quizás ella se distrajo o está un poco lejos y no oye! Ella es muy pequeña para haber ido muy lejos. ¿Pudo haberse quedado atrapada en algún matorral? Los arbustos eran espesos e incómodos para caminar y Ariel era mucho más pequeña que él. Pero seguramente él escucharía los gritos de ella si este fuera el caso.
Alex continuó, trepando firmemente hacía arriba mientras la obscuridad de la noche le cubría. Su respiración estaba agitada, el aire frío de la montaña golpeaba sus pulmones. Él se resbaló sobre una piedra inestable y aun su cayado de pastor no lo salvó de caer incómodamente sobre una rodilla. Pero a pesar del dolor, siguió trepando.
Al fin alcanzó la cima del afloramiento. Delante de él, cortando hacía el norte como una herida gigante, estaba una barranca profunda. Alex se movió cautelosamente a lo largo del borde, mirando ansiosamente a la oscuridad abajo.
De repente . . . ¿Qué fue ese ruido? ¿Podría ser Ariel? Por encima del silbido del viento, el sonido vino de nuevo. Alex se arrodilló a la orilla de la barranca.
¡Allí estaba ella! Una forma pálida aparentemente atrapada en un matorral en un borde alrededor de veinte pies debajo de él. Ella estaba tranquila ahora. No te muevas, Ariel, Alex suplicó silenciosamente. No se atrevía a llamarla, porque podría asustarla. ¡Él estaba tan cerca, tan cerca de la ovejita! La muerte estaba esperando sobre esas rocas debajo.
Moviéndose con gran rapidez, Alex desató la cuerda que tenía alrededor de su cintura. Amarrando un extremo de un árbol. Lo probó para asegurarse de que lo sostendría, luego tiró el otro extremo por la orilla y rápidamente comenzó a bajar hacía la oveja atrapada debajo de él. La soga gruesa le cortó la mano pero Alex no sintió el dolor. ¡Tenía que alcanzar a Ariel a tiempo!
En un momento sintió el borde debajo de sus pies. Volteandose sobre la roca que estaba en frente, habló calladamente. “Ariel, he venido a llevarte a casa. No hay nada que temer ahora, mi pequeña.”
Luego, muy tiernamente el pastor cansado delicadamente liberó a su pequeña ovejita y la tomó en sus brazos.

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Buscando Lo Perdido